Manual 2 - The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints
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Quizás prefiera usted dar a cada uno de los jóvenes una lista con estas preguntas.<br />
Análisis • ¿Qué hacen ustedes por lo general el día domingo?<br />
• ¿Cuáles de esas actividades concuerdan con las normas anotadas en la pizarra?<br />
(Escriba en la pizarra sus respuestas, las que podrían incluir: asistir a la Iglesia, visitar a<br />
un amigo o familiar, analizar temas del evangelio con miembros de la familia, escribir en<br />
nuestro diario personal, hacer visitas como maestro orientador, estudiar las Escrituras y<br />
otros libros relacionados con el evangelio y establecer metas para la semana entrante.)<br />
• ¿Qué otras cosas podrían hacer el día domingo que sean compatibles con estas<br />
normas?<br />
Agregue tales sugerencias a la lista en la pizarra.<br />
Actividad Entregue a cada joven un lápiz y una hoja de papel, pidiéndoles que escriban, de entre<br />
las actividades anotadas en la pizarra, aquellas que les gustaría llevar a cabo el<br />
domingo.<br />
Preguntas para<br />
reflexionar<br />
Lección 28<br />
La santificación del día de reposo contribuye a nuestro progreso espiritual<br />
• ¿De qué manera contribuye a nuestro progreso espiritual la debida observancia del día<br />
de reposo? ¿Cómo nos impide la conducta inapropiada que progresemos<br />
espiritualmente?<br />
Relato El élder Gene R. Cook, del Primer Quórum de los Setenta, relata cómo aprendió acerca<br />
del valor de santificar el día de reposo cuando era un jovencito que trabajaba para un<br />
periódico. Pida al joven a quien se lo asignara con anterioridad que presente a la clase<br />
esta historia:<br />
“Un sábado por la tarde, después de haber terminado mi trabajo, el gerente me dijo que<br />
a partir de la semana siguiente sería indispensable que yo trabajara todos los domingos<br />
por la mañana . . . Después, pensando que quizás sus promesas me convencerían de<br />
trabajar los domingos, me prometió un aumento del treinta por ciento de mi salario.<br />
“Aún puedo recordar el impacto tan fuerte que sus palabras causaron en mi corazón, y la<br />
sinceridad de mi respuesta:<br />
“—Estoy completamente seguro de que no podré trabajar los domingos.<br />
“—Mira —me dijo él—, tendrás que trabajar los domingos, o me buscaré otro asistente.<br />
“Cuando salí ese día de la <strong>of</strong>icina, la tristeza invadía mi corazón. Me dirigí al Señor y le<br />
pregunté por qué tenía que perder mi trabajo por causa de la Iglesia; había estado<br />
ahorrando el dinero suficiente para pagarme la misión, y sólo porque no estaba<br />
dispuesto a quebrantar el día de reposo trabajando los domingos iba a perder mi<br />
empleo.<br />
“Le pedí consejo a mi padre, pero todo lo que me dijo fue:<br />
“—Estoy seguro de que harás lo que es correcto, sea lo que fuere . . .<br />
“El sábado siguiente fui y le dije al gerente que no trabajaría los domingos, a lo que me<br />
contestó que si ésa era mi decisión, sólo me quedaba una semana más en el empleo<br />
como asistente, y que luego me reemplazaría un muchacho que ‘realmente tenía deseos<br />
de trabajar’.<br />
“Esa tarde salí del trabajo sintiéndome muy triste y pensando que al cabo de cinco o seis<br />
días ya no tendría trabajo; en un año saldría a la misión y todavía no había ahorrado el<br />
dinero necesario. Durante esa semana oré mucho.<br />
“Los días siguientes me parecieron interminables, y no había mucha comunicación entre<br />
mi jefe y yo. El sábado se acercaba, y ése era mi último día.<br />
“El viernes, mientras me encontraba terminando el trabajo del día, el gerente se acercó a<br />
donde yo estaba y me dijo con voz algo emocionada:<br />
“—Gene, tu forma de actuar es correcta y me doy cuenta de que he procedido<br />
equivocadamente al pedirte que trabajes los domingos. He encontrado a un joven de<br />
otra religión que está dispuesto a trabajar esos días, pero todavía quiero que te quedes<br />
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