“¿Una solución internacional para Palestina?” - 28 y 29 de ... - FRIDE

“¿Una solución internacional para Palestina?” 28 y 29 de noviembre de 2003
estas personas e instituciones que me hayan invitado a compartir en este foro mis
reflexiones sobre este conflicto.
Creo que esta invitación no es un gesto de cortesía, sino que responde a una
convicción que comparto con los organizadores: la de que las relaciones
internacionales tendrán como una de las más importantes claves de su redefinición
el contar con nuevos actores. No solamente con los Estados, sino también con las
organizaciones de las sociedades civiles fuertes, con ONG… También con el
protagonismo local y el protagonismo de las regiones.
Creo que la política exterior no puede ser, en estos momentos, un coto
vedado como lo fuera en el pasado. Entendemos nuestra acción, desde el
protagonismo local, regional o desde las ONG o desde fundaciones como ésta, como
apoyo al Estado y como asunción de una responsabilidad que nos corresponde ante
problemas que nos preocupan especialmente.
El pasado año, con motivo de la firma de una declaración de intenciones de
cooperación entre la Liga Árabe y la Junta de Andalucía, el Secretario General de la
Liga Árabe, el señor Arm Moussa, bromeaba acerca de la posibilidad de invitar a
Andalucía a que se incorporara a esta institución, la Liga Árabe.
Bromas aparte, este comentario muestra cómo nuestras regiones pueden
ser un puente entre distintos mundos y sensibilidades. Y también es el reflejo de
cómo creemos que la geografía y la historia, en este caso, para Andalucía, y creo
que también para España, nos imponen unas responsabilidades y una coherencia
en nuestra común acción exterior, tanto por nuestra amistad con el mundo árabe
como por nuestra amistad y cercanía con Israel.
Trataré de ser muy sintético y exponer con brevedad estas reflexiones, que
quisiera comenzar por el análisis que hacemos del actual estado de las relaciones
internacionales como marco del conflicto de Oriente Próximo. Un cuadro que, como
a todos, nos parece, cuando menos, preocupante. Yo pienso que hemos pasado de
un entorno internacional positivo, es decir, aquel escenario que se abrió por el
proceso de Madrid, a uno negativo, que en nada facilita la solución, al menos de
momento, que es el que podríamos denominar “proceso de las Azores”. Lo
describiría con dos frases: si en la pasada década Madrid fue un puente entre
árabes e israelíes, Barcelona otro entre ambas orillas del Mediterráneo, hoy, el
muro de Sharon se interpone entre árabes e israelíes y el unilateralismo es también
un muro que separa a Oriente de Occidente.
En los años noventa, se desarrolló el espíritu positivo generado por la caída
del muro de Berlín, que permitió un viento democratizador y también que este
crecimiento se extendiera hacia el este. También, la segunda guerra del Golfo
permitió que una corriente similar se extendiera alrededor del Mediterráneo,
consolidada por la Conferencia de Barcelona. Se debatía el modelo de nuevo orden
internacional y Estados Unidos se acercaba a lo que se ha denominado “la
modernidad positiva de Europa”, es decir, un modelo en que la seguridad se
sostiene sobre todo sobre la base de la cooperación y la prosperidad. Precisamente,
en el año 1992, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reunió por primera
vez a nivel de jefes de Estado y de gobierno para certificar la defunción de la
Guerra Fría, y se encomendó a su Secretario General entonces, al señor Boutros
Ghali, que redactara una Agenda para la Paz que permitiera llevar a su máxima
expresión las ideas de diplomacia preventiva de construcción y de mantenimiento
de la paz como ejes de un nuevo orden.
Creo que ése fue el marco, que se fraguó en aquella década, que permitió
que se alcanzara en Oriente Próximo una situación muy cercana a la paz. Que los
enemigos, hasta entonces irreconciliables, se dieran la mano y que trabajaran de
consuno en la elaboración de acuerdos; que la bandera palestina, por ejemplo,
volviera a ondear; que miles de palestinos comenzaran a emprender una vida que
les acercaba a la normalidad, con sus trabajos, sus escuelas, sus instituciones, y su
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