Presentación - Música Litúrgica

Libros históricos
salvó; que se salve a sí mismo, si él es el Cristo de Dios. También los soldados se
burlaban de él: si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate! Había encima de él una
inscripción: Este es el Rey de los judíos. Uno de los malhechores le insultaba, pero
el otro le respondió: Nosotros con razón nos lo hemos merecido el castigo, en
cambio, éste nada malo ha hecho. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas
con tu Reino. Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad
sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y
Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos pongo mi espíritu y, dicho
esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: Ciertamente
este hombre era justo. Y todas las gentes al ver lo que pasaba, se volvieron
golpeándose el pecho.
Había un hombre llamado José, era de Arimatea, Se presentó a Pilato y le
pidió el cuerpo de Jesús y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le
puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.
Era el día de la Preparación.
24.- RESURRECIÓN. APARICIÓN A MAGDALENA, A LOS DIS-
CÍPULOS DE EMAÚS Y A LOS ONCE. ASCENSIÓN. El primer día de la
semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando aromas, pero encontraron
que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el
cuerpo del Señor. Dos hombres con vestidos resplandecientes les dijeron: ¿Por
qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad
cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea: «Es necesario que el Hijo
del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer
día resucite. « Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once.
Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María
la de Santiago y las demás que estaban con ellas. Y no les creían. Pedro se levantó
y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y se volvió a su casa,
asombrado por lo sucedido.
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba
sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había
pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se
acercó y les dijo: ¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando. Uno de
ellos llamado Cleofás le respondió: ¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no
sabe las cosas que estos días han pasado allí? Lo de Jesús Nazareno; cómo nuestros
sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
LA BIBLIA,
PASO A PASO 120