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desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo<br />
y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.<br />
14.- ¡Aténgase cada cual a su conciencia! Ninguno de nosotros vive para sí<br />
mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo. Si vivimos, para el Señor<br />
vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, ya vivamos ya muramos,<br />
del Señor somos. Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor<br />
de muertos y vivos. Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios. Dejemos,<br />
por tanto, de juzgarnos los unos a los otros. Procuremos, por tanto, lo que<br />
fomente la paz y la mutua edificación.<br />
15.- Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien,<br />
buscando su edificación; y el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener<br />
los unos para con los otros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús. Cuando<br />
me dirija a España, espero veros al pasar, mas, por ahora, voy a Jerusalén para el<br />
servicio de los santos; pues Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta<br />
en favor de los pobres de entre los santos de Jerusalén.<br />
16.- Después de saludar a sus muchos colaboradores en el apostolado les<br />
envía un saludo de Timoteo y otros.<br />
A modo de aplicación<br />
Carta a los Romanos<br />
• Todos pecaron y son justificables por el don de la gracia (Rm.1-2-3)<br />
¡Qué diagnóstico tan real y preocupante hace San Pablo de aquella<br />
sociedad con graves aberraciones contra la ley natural! Analizada nuestra<br />
situación, parece que el Apóstol escribe para nosotros.<br />
Siempre se han dado una serie de signos alentadores como búsqueda<br />
de respuesta al vacío que la cultura sin Dios crea. Es cierto que la vela<br />
de agresividad ha apagado la vela de la paz; el agnosticismo e indiferencia<br />
han debilitado la vela de la fe; el hedonismo e injusticia amenazan con<br />
apagar la vela del amor, pero queda en píe llameante la esperanza con la<br />
que volveremos a dar luz a las otras tres velas. A pesar de ese impetuoso<br />
viento de secularización, que amenaza con secar la raíz de nuestra fe, son<br />
muchos los signos de esperanza que nos animan a seguir trabajando por<br />
la causa de Dios ¿No es muy esperanzador el testimonio de tantos movimientos<br />
eclesiales, como Neocatecumenales, Focolares, Comunión y Liberación,<br />
Renovación Carismática, Opus Dei, Misión Joven, etc., que cre-<br />
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