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Libros didácticos<br />
Si no, ¡habríais creído en vano! Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi<br />
vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue<br />
sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a<br />
Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la<br />
vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció<br />
a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció<br />
también a mí, como a un abortivo. Pues yo soy el último de los apóstoles:<br />
indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. Mas,<br />
por la gracia de Dios, soy lo que soy. Si Cristo ha resucitado de entre los muertos<br />
¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de los<br />
muertos? Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no<br />
resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.<br />
Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo,<br />
¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! ¡Pero no! Cristo resucitó<br />
de entre los muertos como primicias de los que durmieron. Porque, habiendo<br />
venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de<br />
los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos<br />
revivirán en Cristo. Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué<br />
cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no muere. Y lo<br />
que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por<br />
ejemplo o de alguna otra planta. Así también en la resurrección de los muertos: se<br />
siembra corrupción, resucita incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se<br />
siembra debilidad, resucita fortaleza; se siembra un cuerpo natural, resucita un<br />
cuerpo espiritual. En un instante, en un pestañear de ojos, los muertos resucitarán<br />
incorruptibles y nosotros seremos transformados. En efecto, es necesario que<br />
este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista<br />
de inmortalidad. Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y<br />
este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que<br />
está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte,<br />
tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? El aguijón de la muerte es el<br />
pecado; y la fuerza del pecado, la Ley. Pero ¡gracias sean dadas a Dios, que nos da<br />
la victoria por nuestro Señor Jesucristo!<br />
16.- En cuanto a la colecta en favor de los santos, haced también vosotros tal<br />
como mandé a las Iglesias de Galacia. Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres,<br />
sed fuertes. Haced todo con amor.<br />
LA BIBLIA,<br />
PASO A PASO 188