Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
II CORINTIOS<br />
Carta a los Corintios<br />
DEFENSA DE PABLO ANTE LAS ACUSACIONES DE SUS ENEMIGOS<br />
1.- ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las<br />
misericordias y Dios de toda consolación, que nos consuela en toda tribulación<br />
nuestra para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación! Pues,<br />
así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda<br />
también por Cristo nuestra consolación. El motivo de nuestro orgullo es el testimonio<br />
de nuestra conciencia, de que nos hemos conducido con la santidad y la<br />
sinceridad que vienen de Dios, y no con la sabiduría carnal, sino con la gracia de<br />
Dios. Habéis comprendido, que somos nosotros el motivo de vuestro orgullo, lo<br />
mismo que vosotros seréis el nuestro en el Día de nuestro Señor Jesús. La palabra<br />
que os dirigimos no es sí y no. Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, a quien os<br />
predicamos Silvano, Timoteo y yo, no fue sí y no; en él no hubo más que sí.<br />
2.- En mi interior tomé la decisión de no ir otra vez con tristeza donde<br />
vosotros. Efectivamente, os escribí en una gran aflicción y angustia de corazón,<br />
con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino para que conocierais el amor<br />
desbordante que, sobre todo, a vosotros os tengo. ¡Gracias sean dadas a Dios, que<br />
por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento! Pues nosotros<br />
somos para Dios el buen olor de Cristo.<br />
3.- ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos? ¿O es que, como algunos,<br />
necesitamos presentaros cartas de recomendación o pedíroslas? Vosotros sois<br />
nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.<br />
Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro,<br />
escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino<br />
en tablas de carne, en los corazones. Teniendo, pues, esta esperanza, hablamos<br />
con toda valentía.<br />
4.- No desfallecemos. No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo<br />
Jesús. Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una<br />
fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Atribulados en todo, mas<br />
no aplastados; perplejos, mas no desesperados; perseguidos, mas no abandonados;<br />
derribados, mas no aniquilados. Teniendo aquel espíritu de fe conforme a lo<br />
que está escrito: creí, por eso hablé, también nosotros creemos, y por eso hablamos,<br />
sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús.<br />
189