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Presentación - Música Litúrgica

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Libros históricos<br />

No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a<br />

abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes<br />

que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda, porque os digo que, si<br />

vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el<br />

Reino de los Cielos. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas<br />

entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante<br />

del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas<br />

tu ofrenda. Si tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más<br />

te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea<br />

arrojado a la gehenna. Sea vuestro lenguaje: «Sí, sí»; «no, no»: que lo que pasa de<br />

aquí viene del Maligno.<br />

Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: al<br />

que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra y al que desee que le<br />

prestes algo no le vuelvas la espalda. Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo<br />

y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por<br />

los que os persigan. Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.<br />

6.- Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres<br />

para ser vistos por ellos. Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda<br />

lo que hace tu derecha. Orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado<br />

sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en<br />

el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así<br />

como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación,<br />

mas líbranos del mal.<br />

Que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí,<br />

en lo secreto. Amontonad tesoros en el cielo, porque donde esté tu tesoro, allí<br />

estará también tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano,<br />

todo tu cuerpo estará luminoso. Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá<br />

a uno y amará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. No andéis preocupados<br />

por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis.<br />

¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las<br />

aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre<br />

celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Observad los lirios del<br />

campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Ni Salomón, en toda su gloria, se<br />

vistió como uno de ellos. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas<br />

cosas se os darán por añadidura.<br />

LA BIBLIA,<br />

PASO A PASO 52

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