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Poliantea 7.pdf - REPOSITORIO COMUNIDAD POLITECNICO ...

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‡CULTURApresenciar el fallecimiento de Bolívar erapara él demasiado sensible. ¿Qué se diríaentonces del soldado que sacaría el cuerpoal combate por temor a que se perdiera labatalla?Con haber llegado a la Quinta de SanPedro el Libertador se manifestó muy contento,alucinándose con más esperanzade recobrar la salud; y sus amigos que leacompañaban participaban de esta ilusión.¡Cuánto deseaba yo que se hubiera logradotan favorable éxito! Pero a la par que, asícomo la mayor parte de los tísicos, él aparentabaconfianza en el temperamento másfresco del campo, yo me desconsolaba conla triste idea que demasiado pronto llegaríala decepción. Como él ignoraba la clasede su enfermedad, había formado el proyectode trasladarse hacia la Sierra Nevadapoco a poco, creo más bien de rancho enrancho. Así es que se había hecho cargo elGeneral Sardá de levantar una choza enMasinga, pequeña aldea a dos leguas deSanta Marta, por la temperatura más frescaque la de la costa; pero estaba ya decretadopor el Altísimo que no la habitaría el ilustrepaciente. Sin embargo, él seguía consus jovialidades, y de cuando en cuando,me dirigía la palabra en medio de la conversación.Una vez que estábamos solos derepente me preguntó: «¿Y usted qué vinoa buscar a estas tierras?» «La libertad».«¿Y usted la encontró?» «Sí, mi General».«Usted es más afortunado que yo, puestodavía no la he encontrado... Con todo,añadió en tono animado, vuélvase usteda su bella Francia en donde hay muchoscanallas» (sic). Fue esta la única vez queoí salir de la boca del Libertador palabrasmal sonantes contra los ciudadanos, puesno se debe admitir como verdadera impresióndel pensamiento las incoherenciasque profiere el enfermo en medio de losensueños o delirios de la fiebre, así comosucedió una noche que se le escaparon anuestro enfermo estas entrecortadas palabras:«¡Vámonos! ¡Vámonos...! ¡Esta genteno nos quiere en esta tierra...! ¡Vamos,muchachos!... lleven mi equipaje a bordode la fragata». Cada cual puede sacar de esoel significado que se le antoje.En otra ocasión que yo estaba leyendounos periódicos, me preguntó el Libertador:«¿Qué cosa está usted leyendo?» —Noticiasde Francia, mi general. «Serán acaso referentesa la Revolución de Julio?» —Sí,señor. «¿Gustaría usted ir a Francia?» —Detodo corazón. «Pues, bien, póngame ustedbueno, doctor, e iremos juntos a Francia.Es un bello país, que además de la tranquilidadque tanto necesita mi espíritu, meofrece muchas comodidades propias paraque yo descanse de esta vida de soldado quellevo hace tanto tiempo». ¡Ay de mí! la fortunaadversa burló nuestros deseos, y estoshalagüeños proyectos se volvieron castillosen el aire!»Aunque la enfermedad no presentasesignos de dolor físico, el paciente solía aveces dar unos quejidos cuando estabasoñoliento; me acercaba entonces a su camay le preguntaba si sentía algún dolor. «No»,contestaba muy sosegado. —¿Cómo es quese queja V. E.? «Es una manía, nada sientoy me va muy bien». ¡Cosa singular! El malhacía progresos a medida que el enfermoaparentaba seguir bueno; pues la fiebreiba creciendo, complicándose con deliriosfugaces, el hipo, la supresión de la expectoración,etc. Este conjunto de síntomasalarmantes formaba para mí un presagiofunesto. Enterado de la situación el Generalpoliantea 179

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