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una quer<strong>el</strong>la podría haberse evitado.<br />
La señora Van Daan tiene una gran cualidad: la <strong>de</strong> ser sensible al<br />
razonamiento. A pesar <strong>de</strong> su egoísmo, <strong>de</strong> su avaricia y <strong>de</strong> sus mañas, se pue<strong>de</strong><br />
fácilmente inducirla a ce<strong>de</strong>r, si se sabe tratarla, evitando irritarla o tocar sus<br />
puntos más sensibles. No se consigue tal vez siempre al primer intento, pero se<br />
trata <strong>de</strong> tener paciencia o, en caso necesario, volver a empezar.<br />
Los problemas sobre la forma en que nos educaron, «los mimos» que<br />
recibimos Margot y yo, la comida, todo eso hubiera tomado un sesgo muy<br />
distinto si hubiésemos hablado <strong>de</strong> <strong>el</strong>lo amistosamente y con franqueza, y si no<br />
nos hubiéramos limitado a ver tan sólo <strong>el</strong> lado malo <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más.<br />
Sé con exactitud lo que vas a <strong>de</strong>cir, Kitty: «Pero, Ana, ¿eres tú quien<br />
habla? ¡Tú que te has visto obligada a soportar tantas cosas <strong>de</strong> esa gente,<br />
palabras duras, injusticias, etc.!». Pues bien, sí; soy yo quien habla así.<br />
Quiero empezar <strong>de</strong> nuevo y llegar al fondo d<strong>el</strong> problema prescindiendo <strong>de</strong><br />
prejuicios. Voy a estudiar a los Van Daan a mi manera, para ver lo que hay <strong>de</strong><br />
justo y <strong>de</strong> exagerado en nuestra opinión. Si, personalmente, me siento<br />
<strong>de</strong>fraudada, me pondré d<strong>el</strong> lado <strong>de</strong> papá y mamá; si no, trataré <strong>de</strong> hacerles ver<br />
en dón<strong>de</strong> está su error, y, en caso <strong>de</strong> fracasar, me atendré a mi propia opinión y<br />
a mi propio juicio. Aprovecharé toda oportunidad <strong>de</strong> discutir nuestras<br />
divergencias francamente con la señora, y <strong>de</strong> hacerle ver mis i<strong>de</strong>as<br />
imparciales, aun a riesgo <strong>de</strong> que me trate <strong>de</strong> impertinente.<br />
No me volveré contra mi propia familia, pero, en lo que me concierne, los<br />
chismorreos han terminado. Hasta hoy he creído a pies juntillas que sólo los<br />
Van Daan son responsables <strong>de</strong> nuestras disputas, pero también nosotros<br />
tenemos algo que ver en eso. En principio tenemos generalmente razón, pero<br />
las personas int<strong>el</strong>igentes (entre las que nos contamos) están obligadas a dar<br />
pruebas <strong>de</strong> su perspicacia y <strong>de</strong> su tacto frente a los <strong>de</strong>más. Confío en poseer<br />
algo <strong>de</strong> esa perspicacia y hallar la ocasión <strong>de</strong> aplicarla.<br />
Tuya, ANA<br />
Lunes 24 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1944<br />
Querida Kitty:<br />
Me ha ocurrido una cosa muy extraña. Otrora; tanto en nuestra casa como<br />
en la escu<strong>el</strong>a, se hablaba <strong>de</strong> temas sexuales, a veces con misterio, a veces con<br />
vergüenza. Las alusiones sobre <strong>el</strong> particular se hacían únicamente<br />
cuchicheando, y quien se mostraba ignorante era motivo <strong>de</strong> bromas. Yo<br />
juzgaba eso estúpido y pensaba: «¿Por qué hablan <strong>de</strong> esas cosas con tanto<br />
misterio? Es ridículo». Pero, como no podía remediarlo, me callaba todo lo