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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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l i o

LA PROPENSION A CONSUMIR

posibles diferencias en las características de la parte pertinente

de las funciones de oferta global para los dos grupos de industrias,

respectivamente, no hay dificultad alguna en reconstruir el siguiente

argumento en su forma más generalizada; pero para aclarar

las ideas que comprende, será conveniente operar con el caso

simplificado en el que k = k'.

Se deduce, por tanto, que si la psicología de consumo ele la

sociedad es tal que ésta decide consumir, por ejemplo, nueve décimos

de un incremento del ingreso,2 entonces el multiplicador

k es igual a 10 y ala ocupación total producida (por ejemplo) por

aumento de las obras públicas, será diez veces mayor que la ocupación

primaria proporcionada por [116] éstas, suponiendo que

no haya reducción de las inversiones en otras direcciones. El aumento

de la ocupación sólo quedará restringido a la ocupación

primaria proporcionada por las obras públicas en el caso de que

la sociedad mantuviera su consumo sin modificación a pesar de la

mejoría en la ocupación y, por tanto, en el ingreso real. Si, por

otra parte, decide consumir el total de cualquier incremento del

ingreso, no habrá punto de estabilidad y los precios subirán sin

límite. Si hacemos supuestos psicológicos normales, un aumento

en la ocupación solamente irá seguido por una baja del consumo

si al mismo tiempo se presenta un cambio en la propensión a

consumir —como resultado, por ejemplo, de una propaganda en

tiempo de guerra en favor de retringir el consumo individual—;

y sólo en este caso el aumento de ocupación en las industrias

de inversión irá acompañado de una repercusión desfavorable

sobre la ocupación en las industrias que producen para el consumo.

Esto solamente resume en una fórmula lo que debiera ser ya

evidente para el lector en términos generales. No puede ocurrir

un incremento de la inversión medido en unidades de salario, a

menos que el público esté dispuesto a aumentar sus ahorros, computados

en las mismas unidades. Hablando llanamente, el público

no hará esto a menos que su ingreso total en unidades de salario

esté subiendo. De este modo, cualquier esfuerzo por consumir

una parte de sus ingresos acrecentados estimulará la producción

hasta que el nuevo nivel (y distribución) de los ingresos proporcione

un margen de ahorro suficiente para que corresponda a la

inversión acrecida. El multiplicador nos dice cuánto habrá de

aumentar la ocujración para provocar un aumento en el ingreso

2 Todas las cantidades en unidades de salarios.

PROPENSIÓN MARGINAL Y MULTIPLICADOR 1 1 1

real suficiente para inducir al público a realizar ahorros extraordinarios)

y esto es función de sus inclinaciones psicológicas.3

Si el ahorro es la medicina y el consumo es la mermelada, la

[117] mermelada extra tiene que ser proporcionada al tamaño de

la medicina adicional. A menos que las inclinaciones psicológicas

del público sean diferentes de las que suponemos, hemos establecido

aquí la ley de que el aumento de ocupación debido a

la inversión debe estimular necesariamente las industrias que producen

para el consumo y así ocasionar un aumento total de la

ocupación, que es un múltiplo del empleo primario exigido por

la inversión misma.

Se deduce de lo anterior que, si la propensión marginal a consumir

no está lejos de la unidad, las pequeñas fluctuaciones en la

inversión producirán grandes fluctuaciones en la ocupación; pero

al mismo tiempo, un incremento comparativamente pequeño de las

inversiones producirá la ocupación plena.) Si por otra parte, la

propensión marginal a consumir no está muy por encima de cero,

las pequeñas fluctuaciones en la inversión ocasionarán las correspondientes

pequeñas fluctuaciones en la ocupación; pero, al mismo

tiempo, puede requerirse un gran incremento de las inversiones

para producir ocupación plena. En el primer caso, la desocupación

involuntaria sería una enfermedad fácil de curar, aunque

probable fuente de molestias si se permitiera su desarrollo. En el

otro caso, la ocupación puede ser menos variable, pero estar sujeta

a estabilizarse en un nivel bajo y mostrarse recalcitrante ante cualquier

medida salvo las más drásticas. En la realidad, la propensión

marginal a consumir parece encontrarse comprendida entre

ambos'extremos, aunque mucho más cerca de la unidad que

de cero; con el resultado de que nos encontramos, en cierto sentido,

en lo peor de los dos mundos supuestos, porque las fluctuaciones

en la ocupación son considerables y, al mismo tiempo, el

incremento de la inversión que se precisa para producir ocupación

plena es demasiado grande para poderse manejar con facilidad.

Por desgracia, las fluctuaciones han bastado para evitar que

la naturaleza del mal se haga patente, en tanto que su gravedad

es tal que no puede remediarse a menos que se comprenda su

naturaleza.

Cuando se alcanza la plena ocupación, cualquier intento de

aumentar la inversión pondrá en movimiento una mayor ten-

* Aunque en el caso más generalizado también es función de las condiciones físicas

de la producción en las industrias de inversión y en las de consumo, respectivamente.

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