Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
1 2 2 LA PROPENSIÓN A CONSUMIR
la tasa de interés existente; en segundo, su resultado, es decir, el
aumento de la existencia de oro, no tiene, como en otros casos,
el efecto de reducir su utilidad marginal. Desde el momento en
que el valor de una casa depende de su utilidad, cada casa que
se construya sirve para reducir la renta probable que puede obtenerse
de las futuras construcciones y, por tanto, disminuye el
atractivo de futuras inversiones similares, a menos que la tasa
de interés esté bajando parí passu. Pero los frutos de la minería del
oro no están sujetos a este inconveniente y sólo puede sobrevenir
un impedimento a través de un alza en la unidad de salarios medida
en oro,, lo que no es probable que ocurra, y hasta que la
ocupación sea sustancialmente mayor. Más todavía, no se presentan
[130] después efectos contrarios provocados por las reservas
para los costos de uso y suplementario, como en el caso de otras
formas de riqueza menos durables.
El antiguo Egipto era doblemente afortunado, y, sin duda,
debió a esto su fabulosa riqueza, porque poseía dos actividades:
la de construir pirámides y la de buscar metales preciosos, cuyos
frutos, desde el momento que no podían ser útiles para las necesidades
humanas consumiéndose, no perdían utilidad por ser abundantes.
La Edad Media construyó catedrales y cantó endechas. Dos
pirámides, dos misas de réquiem, son dos veces mejores que una;
pero no sucede lo mismo con dos ferrocarriles de Londres a York.
Así que somos tan sensatos y nos hemos educado de modo tan
semejante a los financieros prudentes, meditando cuidadosamente
antes de agravar las cargas “financieras” de la posteridad edificando
casas habitación, que no contamos con tan fácil escapatoria
para los sufrimientos de la desocupación. Tenemos que aceptarlos
como resultado inevitable de aplicar a la conducta del
estado las máximas que fueron proyectadas más bien para “enriquecer”
a un individuo, capacitándolo para acumular derechos
a satisfacciones que no intenta hacer efectivos en un momento determinado.
[131]
j
|
£
L i b r o IV
EL INCENTIVO PARA INVERTIR