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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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30 4 BREVES CONSIDERACIONES

dinero circulante en el reino, en proporción al comercio total del

mismo (es decir, la salida general de todos los bienes) Locke

explica que el dinero tiene dos valores: 1) su valor en uso, que

está determinado por la tasa de interés “y en esto tiene la naturaleza

de la tierra, denominándose al ingreso de uno renta y al del

otro uso”,10 y 2) su valor en cambio "y en esto tiene la naturaleza

de un bien”, “dependiendo su valor en cambio solamente de la

abundancia o la escasez de dinero en proporción a la abundancia

o a la escasez de aquellas cosas y no de lo que sea el interés”. De

este modo Locke fue el padre de teorías cuantitativas gemelas. En

primer lugar sostuvo que la tasa de interés depende de la proporción

entre la cantidad de dinero (teniendo en cuenta la velocidad

de circulación) y el valor total del comercio. En segundo lugar

afirmó que el valor en cambio del dinero dependía de la proporción

entre la cantidad de dinero y el^olumen total de bienes en

el mercado. Pero —con un pie en el mundo mercantilista y el otro

en el clásico—11 se confundió en lo que concierne a la relación entre

estas dos proporciones, y descuidó por completo la posibilidad

de las fluctuaciones en la preferencia por la liquidez. Sin embargo,

tenía empeño en explicar que una [343] bajít en la tasa de interés

no tiene influencia directa sobre el nivel de precios y afecta a éstos

“solamente a medida que el cambio de interés en el comercio conduce

a traer o llevar dinero o bienes y así, a su tiempo, modificando

la proporción aquí en Inglaterra de la que era antes”, es decir,

si la reducción en la tasa de interés lleva a la exportación de

efectivo o a un aumento en la producción. Pero nunca llega, en

mi opinión, a una síntesis genuina.12

0 Él añade: “no solamente de la cantidad de dinero, sino de su velocidad de circulación”.

10 Siendo el término "uso”, por supuesto, la vieja forma inglesa para denominar

el “interés”.

11 Poco después, Hume tenía pie y medio en el mundo clásico porque inició entre

los economistas la práctica de poner énfasis en la importancia de la posición de equilibrio

comparada con la siempre cambiante transición hacia él, aunque todavía tenía

lo bastante de mercantilista para no descuidar el hecho de que nuestra existencia real

se encuentra en la transición: "Solamente en este intervalo o situación intermedia entre

la adquisición de dinero y un alza de precios es favorable a la industria el aumento

en la cantidad de oro y plata... No tiene la menor importancia que el dinero exista en

mayor o menor cantidad, con relación a la felicidad de un estado. La buena política

del magistrado consiste solamente en conservarlo, si es posible, todavía en aumento;

por ese medio mantiene vivo el espíritu industrial en la nación y eleva la situación

del trabajo, en la que consiste todo poder y riqueza real. Una nación cuyo dinero

disminuye, es realmente, en ese momento, más débil y miserable que otra nación que

no posea más dinero pero que esté en vías de aumentarlo.” (Ensayo On Money, 1752.)

“ Ilustra la forma consumada en que ha desaparecido el punto de vista mercantilista

de que el interés significa interés sobre el dinero (el punto de vista que es,

MERCANTILISMO, USURA, DINERO, SUBCONSUMO 30 5

La facilidad con que la mente mercantilista distinguía entre la

tasa de interés y la eficiencia marginal del capital se pone de manifiesto

en un pasaje (impreso en 1621), que Locke cita, de A

Lettcr to a Friend concerning Usury: “El alto interés deprime el

comercio. Las ventajas del interés son mayores que la ganancia

del comercio, que hace a los comerciantes ricos retirarse y colocar

su acervo a interés y a los comerciantes de menor importancia

quebrar.” Fortrey (England’s Interest and Improvement, 1663)

proporciona otro ejemplo del énfasis puesto sobre la tasa de interés

reducida como medio de acrecentar la riqueza.

Los mercantilistas no olvidaron la peculiaridad de que, si una

excesiva preferencia por la liquidez desviara el influjo de metales

preciosos hacia el atesoramiento, se perderían las ventajas de la

tasa de interés. En algunos casos (por ejemplo, Mun) el objeto

de acrecentar el poder del estado los llevó, sin embargo, a defender

la acumulación del tesoro de estado. Pero otros se opusieron

francamente a esta política:

Schrótter, p o r ejem plo, pin taba en vivos colores, con los argum entos m ercantilistas

usuales, cómo la circulación dentro del país se vería despojada de

todo el dinero si el Tesoro público se increm entaba dem asiado... De aquí

que Schroter, m uy lógicam ente, estableciese tam bién u n paralelo en tre el atesoram

iento realizado por los m onasterios y la exportación del sobrante de m etales

preciosos, que era lo peor de todo lo que él podía im aginar. D avenant explicaba

la m iseria extrem a de m uchos pueblos orientales —entre los cuales se creía

poder en contrar más oro y plata que en ningún otro lugar del m undo— d i­

ciendo que ello se debía a que los m etales preciosos "habían podido estancarse

en las arcas de los príncipes”.13

Si el atesoram iento por el estado se consideró, cuando más, u n dudoso auge

y a m enudo un gran peligro, no es necesario decir que el atesoram iento p rivado

fue esquivado como la peste. Ésta fue u n a de las tendencias contra las

cuales innum erables escritores m ercantilistas tronaron, y no creo que sea p o ­

sible en contrar u n a sola voz disidente.

2) Los mercantilistas advirtieron la falacia de la< baratura y el

peligro de que una competencia excesiva pudiera hacer que la

relación de intercambio se volviera en contra de un país. Así, Malynes

escribió en su Lex-Mercatoria (1622) : “Procurad no competir

con otros malbaratando para daño de la república, con el

pretexto de aumentar el comercio; porque el comercio no aumencomo

ahora me parece, indudablemente correcto) que el profesor Heckscher, como

buen enconomista clásico, resume su descripción de la teoría de Locke en el comentario

de que “su argumentación sería irreprochable, en efecto, si el interés constituyese

el precio del dinero prestado” . (Op. cit., p. 649).

13 Heckscher, op. cit., vol. u, pp. 210-1.

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