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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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326 BREVES CONSIDERACIONES

do decimos consumo futuro no queremos decir dentro de diez, veinte o cincuenta

años, sino en un futuro muy poco alejado del presente... Si el incremento

de frugalidad o de precaución induce a la gente a ahorrar más en el

presente, tiene que consentir en consumir más en el futuro.. En cualquier

momento del proceso productivo no puede existir económicamente más capital

que el requerido para proporcionar bienes para el ritm o actual del

consumo.. .61 Es evidente que mi frugalidad no afecta en manera alguna la

frugalidad económica total de la comunidad, sino que sólo determina si una

parte concreta de la frugalidad total será ejercida por mí o por algún otro.

Ahora veremos cómo la frugalidad de una parte de la comunidad puede

obligar a la otra a vivir gastando más de lo que sus ingresos le perm iten.. .B-

La mayor parte de los economistas modernos niega que el consumo tenga

posibilidad alguna de ser insuficiente. ¿Podemos descubrir la actuación de

alguna fuerza económica capaz de incitar a una comunidad a este exceso? y,

de existir alguna de esas fuerzas ¿no proporciona el mecanismo del comercio

frenos eficaces? Se demostrará, en prim er lugar, que en toda sociedad industrial

muy organizada actúa sin interrupción una fuerza que induce a un

exceso de frugalidad; en segundo, que los obstáculos que se dice provee el

mecanismo del comercio, son por completo inoperantes o inadecuados para

evitar que se produzcan graves daños comerciales.. La breve respuesta de

Ricardo a los argumentos de Malthus y Chalmers parece haber sido aceptada

como suficiente por la mayoría de los economistas posteriores. “La producción

se compra siempre con producción o con servicios; el dinero sólo es el

medio que sirve para efectuar el cambio. En consecuencia, estando acompañado

siempre su aumento por la correspondiente habilidad mayor para adquirir

y consumir, no queda posibilidad alguna de sobreproducción.” (Ricardo,

Prin. of Pol. Econ., p. 362.)04

Hobson y Mummery se daban cuenta de que el interés no

era sino un pago por el uso del dinero.55 Sabían, asimismo, que

sus opositores alegarían que habría “una baja tal [369] en la tasa

de interés (o ganancia) que actuaría como freno sobre el ahorro

y restauraría la relación propia entre la producción y el consumo”.66

En respuesta a esto dicen que “para que una baja de la

ganancia induzca a la gente a ahorrar menos, tiene que operar

en una de estas dos formas: o induciéndola a gastar más o a producir

menos”.57 Respecto a lo primero, sostienen que cuando las

ganancias bajan, el ingreso global de la comunidad se reduce, y

que “no podemos suponer que cuando la tasa media de los ingresos

va en descenso, los individuos tendrán aliciente para aumentar

su ritmo de consumo por el hecho de que el premio a la frugalidad

disminuye en proporción”; mientras que, para la segun-

“ Op. cit., pp. 50, 51.

61 Op. cit., p. 69.

62 Op. cit., p. 113,

ra Op. cit., p. 100.

51 Op. cit., p. 101.

65 Op. cit., p. 79.

“ Op. cit., p. 117.

67

Op. cit., p. 130.

MERCANTILISMO, USURA, DINERO, SUBCONSUMO 32 7

da alternativa, “está tan lejos ser nuestra intención el negar que

un descenso de la ganancia, debido al exceso de oferta, frenará

la producción, que al admitir la influencia activa de este obstáculo

constituye la esencia misma de nuestro argumento”.58 Sin

embargo, su doctrina no era completa, especialmente por carecer

de una teoría independiente de la tasa de interés; con el resultado

de que el señor Hobson puso demasiado énfasis (especialmente

en sus últimos libros) en el subconsumo como causa de la

sobreinversión, en el sentido de inversión incosteable, en vez de

explicar que una propensión relativamente débil a consumir ayuda

a producir desocupación porque exige y no consigue la compañía

de un volumen compensador de nuevas inversiones, lo cual,

aun en el caso de que ocurra algunas veces temporalmente como

consecuencia de errores de optimismo, es impedido generalmente

y de modo completo por la baja de las ganancias probables a nivel

inferior al establecido por la tasa de interés.

A partir de la guerra ha habido un diluvio de teorías heréticas

de subconsumo, de las cuales las más famosas son las del mayor

Douglas. La fuerza de la tesis del mayor Douglas ha dependido

considerablemente, por supuesto, de que la ortodoxia no tiene respuesta

válida para buena parte [370] de su crítica destructiva. Por

otra parte, su diagnóstico detallado, particularmente el llamado

teorema A B, está en su mayor parte formando de mistificaciones.

Si el mayor Douglas hubiera limitado sus partidas B a las

reservas financieras de los empresarios a las que no corresponde gasto

corriente en reposiciones o renovaciones, esatría más cerca de la

verdad. Pero aun en ese caso es necesario dejar cierto margen

para la posibilidad de que estas reservas estén contrarrestadas por

nuevas inversiones en otros sentidos, así como por el aumento de

los gastos en el consumo. El mayor Douglas tiene derecho a pretender,

en contra de algunos de sus adversarios ortodoxos, que

por lo menos no se ha olvidado de una manera tan cabal del problema

más prominente de nuestro sistema económico. Sin embargo,

no tiene derecho a la misma graduación —quizá pueda considerársele

como soldado raso, pero no como mayor en el bravo

ejército de los herejes— que Mandeville, Malthus, Gesell y Hobson,

quienes siguiendo sus intuiciones, han preferido ver la verdad

obscura e imperfectamente en vez de sostener un error, alcanzado

ciertamente con claridad y consistencia y por medio de

lógica sencilla, pero con hipótesis inadecuadas a los hechos. [371]

Hobson y Mummery, Physiology of Industiy, p. 131.

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