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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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3 2 2 BREVES CONSIDERACIONES

bienes si todo el consumo, excepto el pan y el agua se suspendiera durante

la próxima mitad del año ¡Qué acumulación de mercancías! Quels débouchés!

¡Qué prodigioso mercado ocasionarla estol30

Ricardo, sin embargo, cerró los oídos a lo que decía Malthus.

El último eco de la controversia se encuentra en la exposición

de John Stuart Mili de su teoría del fondo de salarios,3940 que él

consideraba un parte vital en su repulsa de la última fase de

Malthus, en medio de las discusiones en que, por supuesto, se

había educado. Los sucesores de Mili repudiaron su teoría del

fondo de salarios, pero olvidaron el hecho de que la refutación

del mismo a Malthus dependía de ella. Su método consistía en

descartar el problema del corpus de la economía, no resolviéndolo,

sino dejando de mencionarlo. Desapareció por entero de

la controversia. El señor Cairncross, buscando su rastro recientemente

entre las figuras secundarias de la época victoriana,41 ha

encontrado menos aún, quizá, de lo que podría haberse esperado.42

43Las teorías del subconsumo se limitaron a vegetar hasta la

aparición de The Physiology of Industry, de J. A. Hobson y A.

F. Mummery, en 1889, el primero y más importante de muchos

volúmenes en los cuales, por cerca de cincuenta años, el profesor

Hobson se ha pronunciado con persistente pero casi infructuoso

entusiasmo y valor [364] contra los baluartes de la ortodoxia. Aunque

completamente olvidado en la actualidad, la publicación de

este libro marca, en cierto sentido, una época en el pensamiento

económico.48

The Physiology of Industry se escribió en colaboración con

A. F. Mummery. Flobson ha dicho cómo llegó a escribirse el libro

en la siguiente forma:44

39 Principies oí Political Economy de Malthus, nota al pie de la p. 363.

10 Principios de Economía Política de J, S. Mili, libro i, cap. v. Hay una discusión

más importante y penetrante de este aspecto de la teoría de Mili en la Physiology

of Industry de Mummery y Hobson, pp. 3.8 et seq., y particularmente de su

doctrina (que Marshall, en su muy insatisfactoria discusión de la Teoría del Fondo

de Salarios trató de explicar) de que "una demanda de bienes no es una demanda de

trabajo”.

41 “The Victorians and Investmen”, Economic History, 1936.

42 El folleto de Fullarton, On the Reguíation oí Currency (1844), es la más

interesante de sus referencias.

43 The Fallacy of Saving, de J. M. Robertson, publicado en 1892, sostuvo la herejía

de Mummery y Flobson; pero no es un libro de gran valor o importancia, careciendo

por completo de las penetrantes intuiciones de The Physiology oí Industry.

44 En una conferencia denominada Confessions of an Economic Heretie, sustentada

en la Sociedad Ética de Londres, en Conway Hall, el domingo 14 de julio de

1935. Hago la reproducción aquí con permiso del señor Hobson.

MERCANTILISMO, USURA, DINERO, SUBCONSUMO 323

No fue hasta mediados los ochenta cuando mi heterodoxia económica comenzó

a tomar cuerpo. Aunque la campaña de Henry George contra los valores

de la tierra y la prematura agitación de varios grupos socialistas contra

la visible opresión de las clases trabajadores, unidas a las revelaciones de los

dos Booths sobre la pobreza de Londres, hizo profunda impresión en mis

sentimientos, no destruyeron mi fe en la economía política. Esto fue un hecho

puramente accidental; cuando estaba enseñando en una escuela de Exeter,

trabé relaciones personales con un hombre de negocios llamado Mummery,

conocido entonces y posteriormente como un gran alpinista que había descubierto

otro camino al M atterhorn y quien, en 1895, murió en un intento de

escalar el famoso monte del Himalaya Nanga Parbat. Mis relaciones con él

no se referían a este aspecto físico, naturalmente; pero era un alpinista mental

igualmente vigoroso, con visión natural para encontrar su propio camino

y tenía una sublima indiferencia por la autoridad intelectual. Este hombre

me enredó*en una controversia sobre el ahorro excesivo, que él consideraba

responsable del subempleo de capital y trabajo en periodos malos para el

comercio. Por mucho tiempo traté de contrarrestar sus razones con el uso

de armas económicas ortodoxas; pero al fin y al cabo me convirtió y colaboré

con él en la elaboración del argumento relativo al exceso de ahorro en un

libro titulado The Physiology of Industry, que se publicó en 1889. Éste fue

el prim er paso que di abiertamente en mi carrera herética y no advertí en

absoluto sus trascendentales consecuencias; porque precisamente por ese tiempo

acababa de abandonar mi puesto escolar e iniciaba un nuevo trabajo como

conferenciante de la Extensión Universitaria en Economía y Literatura. El

primer choque sobrevino con una prohibición de la Junta de la Extensión

de Londres [365] para permitirse dar cursos de economía política. Esto se debió,

según supe, a la intervención de un profesor de economía que habla leído mi

libro y lo consideró como equivalente, en racionalidad, a un intento de probar

que la tierra es plana. ¿Cómo podría haber un lím ite al monto del ahorro

útil cuando cada partida del mismo iba a aum entar la estructura de capital

y el fondo para el pago de salarios? Los economistas sensatos no podían dejar

de observar con horror un argumento que trataba de cegar la fuente de todo

progreso industrial.45 Otra experiencia personal interesante me ayudó a darme

cuenta de mi iniquidad. Aunque se me impidió explicar economía en

Londres, me fue permitido, por la mayor liberalidad del Movimiento de

Extensión Universitaria de Oxford, dar conferencias en las provincias, lim i­

tándome a problemas prácticos sobre la vida de la clase trabajadora. Ocurrió

por entonces que la Charity Organization Society estaba planeando una campaña

de conferencias sobre temas económicos y me invitó a preparar un

curso. Yo había dicho que estaba dispuesto a emprender ese nuevo trabajo,

cuando de repente y sin explicación alguna me fue retirada la invitación.

Todavía me costó trabajo comprender en aquella ocasión que había cometido

un pecado imperdonable al poner en duda la bondad de la frugalidad ilimitada.

46 Hobson escribió irreverentemente en The Physiology oí Industry, p. 26: "La

parsimonia es la fuente de la riqueza nacional y cuanto más frugal es una nación

más rica se vuelve. Esto es lo que comúnmente enseñan casi todos los economistas;

muchos de ellos asumen un tono de dignidad ética al defender el infinito valor de

la frugalidad; esta es la única nota de todos sus cánticos que ha cautivado el favor

del oído público.”

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