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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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182 EL INCENTIVO PARA INVERTIR

Es evidente, pues, que la tasa de interés es un fenómeno altamente

psicológico. Ya veremos en el Libro V que no puede estar

en equilibrio a un nivel inferior al tipo que corresponde a la

ocupación plena; porque a esa altura se producirá un estado

de inflación real, con el resultado de que Mx absorberá cantidades

siempre crecientes de efectivo. Pero a un nivel que esté por

enchna del cpie corresponde a la ocupación plena, la tasa de interés

a largo plazo del mercado dependerá no solamente de la política

actual de la autoridad monetaria, sino también de las previsiones

del mercado concernientes a la que seguirá en el futuro. La

[202] autoridad monetaria controla con facilidad la tasa de interés

a corto plazo, tanto porque no es difícil crear la convicción

de que su política no cambiará mucho en el futuro muy próximo,

como porque la posible pérdida es pequeña comparada con

el rendimiento corriente (a menos que se aproxime al punto de

desvanecimiento). Pero la tasa de largo plazo puede ser más

recalcitrante cuando ya ha bajado a un nivel que, basándose en

la experiencia pasada y las expectativas presentes respecto a la

futura política monetaria, se considera “inseguro” por la opinión

autorizada. Por ejemplo, en un país ligado a un patrón oro internacional,

una tasa de interés más baja de la que prevalece en

cualquier otra parte será mirada con una falta de confianza justificable;

sin embargo, una tasa nacional de interés llevada a la

paridad con la más alta (la mayor después de tomar en cuenta

los riesgos) que prevalezca en cualquier país perteneciente al sistema

internacional, puede ser mucho mayor de la que sería compatible

con la ocupación plena en el interior.

De este modo, una política monetaria que la opinión pública

considere experimental o sujeta fácilmente a modificaciones, puede

no lograr su objetivo de reducir considerablemente la tasa de

interés a largo plazo, porque M2 puede tender a aumentar casi

sin límite en respuesta a una reducción de r por debajo de cierta

cifra. La misma política, por otra parte, puede tener éxito fácil

si la opinión la considera razonable, practicable, orientada al interés

público, basada en una convicción fuerte y promovida por

una autoridad que no corra el riesgo de ser reemplazada.

Quizá fuera más exacto decir que la tasa de interés es un fenómeno

muy convencional, más que muy psicológico; porque su

valor real está determinado en gran parte por la opinión que prevalezca

acerca del valor que se espera irá a tener. Cualquier nivel

de interés que se acepte con suficiente convicción como probablemente

duradero, será duradero; sujeto, en una sociedad cambiante,

INCENTIVOS PARA LA LIQUIDEZ

por supuesto, a fluctuaciones alrededor del nivel normal esperado

debidas a toda clase de motivos. En particular, cuando Mx [203]

aumenta más de prisa que M, la tasa de interés subirá, y viceversa.

Pero puede fluctuar durante décadas alrededor de un nivel crónicamente

demasiado alto para lograr la ocupación plena —particularmente

si prevalece la opinión de que la tasa de interés se

ajusta en forma automática, de manera que se crea que el nivel

establecido por el convencionalismo se base en razones mucho

más fuertes que este mismo; ya que de ningún modo está asociado

en la mente del público o de las autoridades el hecho de

no poder lograr un nivel óptimo de ocupación con la vigencia

de un conjunto inadecuado de tasas de interés.

El lector debe haberse convencido ya de las dificultades que

se oponen al propósito de mantener la demanda efectiva a un

nivel lo bastante alto para provocar la ocupación total, y que

resultan de la asociación de una tasa de interés a largo plazo

convencional y bastante estable .con una eficacia marginal del capital

movediza y altamente inestable.

El consuelo que pueden darnos otras reflexiones más alentadoras

debe derivarse de la esperanza de que, precisamente como

la convención no estará basada en conocimientos firmes, no siempre

se resistirá demasiado a una persistencia y consistencia moderadas

en los propósitos de la autoridad monetaria. La opinión

pública puede acostumbrarse con bastante rapidez a una baja moderada

ele la tasa de interés y las expectativas convencionales respecto

al futuro pueden modificarse consecuentemente; preparando

así el camino para un nuevo movimiento —hasta alcanzar determinado

nivel—. La baja en la tasa de interés a largo plazo en

Gran Bretaña después de haberse apartado del patrón oro, da

un ejemplo interesante de esto: los movimientos más amplios se

efectuaron por una serie de saltos discontinuos, a medida que la

función de liquidez del público, que se había acostumbrado a las

reducciones sucesivas, quedó en condiciones de responder a ciertos

nuevos incentivos tanto de las noticias como de la política de las

autoridades. [204]

III

Podemos resumir lo anterior en la proposición de que, en cualquier

situación dada de expectativas hay en la mente del público

cierta inclinación potencial a conservar más efectivo del necesario

para satisfacer el motivo transacción o el motivo precaución, que

1 8 o

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