Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
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268 SALARIOS NOMINALES Y PRECIOS
puede significar un cambio en relación con los costos de salarios
esperados para el futuro, es posible que sean de considerable importancia
práctica. Podría creerse que, desde cierto punto de vista,
estos trazos discontinuos, en los que un aumento posterior de la
demanda efectiva en términos de dinero puede ocasionar un alza
discontinua en la unidad de salarios, son posiciones de semiinflación
que tienen cierta analogía (aunque muy imperfecta)
con la inflación absoluta (cf. p. sig.) [301] que aparece con un
aumento en la demanda efectiva en circunstancias de ocupación
plena. Tienen, además, mucha importancia histórica; pero no se
prestan con facilidad a generalización teóricas.
5) Nuestra primera simplificación consistió en suponer que
las remuneraciones de los diversos factores que entran en el costo
marginal varían todas en la misma proporción; pero de hecho
los tipos nominales de remuneración de los diferentes factores
mostrarán grados variables de rigidez y pueden también tener
elasticidades de oferta desiguales en respuesta a cambios en las
remuneraciones monetarias ofrecidas. Si no fuera por esto, podríamos
decir que el nivel de precios se compone de dos factores:
la unidad de salarios y el volumen de ocupación.
Quizá el elemento más importante en el costo marginal, que
tiene probabilidades de cambiar en proporción diferente de la
unidad de salarios, y también de fluctuar dentro de límites mucho
más amplios, es el costo marginal de uso, porque éste puede
subir violentamente cuando la ocupación empieza a mejorar, si
(como probablemente ocurrirá) la, demanda efectiva creciente
ocasiona un cambio rápido en las expectativas que prevalecen
respecto a la fecha en que será necesario reponer el equipo.
Si bien para muchos fines es muy útil, como primera aproximación,
suponer que las retribuciones de todos los factores que
entran en el costo primo marginal varían en la misma proporción
que la unidad de salarios, podría ser mejor, quizá, tomar un promedio
ponderado de las remuneraciones de los factores que entran
en el costo primo marginal y llamarlo la unidad de costos. La
unidad de costos, o bien, sujeta a la aproximación anterior, la unidad
de salarios, puede considerarse así como el patrón esencial
de valor; y el nivel de precios, dado el estado de la técnica y el
equipo, dependerá en parte de la unidad de costos y en parte de
la escala de producción, aumentando, cuando sube la producción,
más que proporcionalmente a cualquier alza en la unidad de
costos, de acuerdo con el principio de los rendimientos decrecientes
en [302] periodos cortos. Tenemos ocupación plena cuando
LA TEORIA DE LOS PRECIOS 269
la producción ha subido a un nivel tal que el rendimiento marginal
de una unidad representativa de los factores de la producción
ha bajado a la cifra mínima con la cual hay disponible una
cantidad suficiente de factores para lograr esta producción.
V
Cuando un nuevo crecimiento en el volumen de demanda efectiva
no produce ya un aumento más en la producción y se traduce
sólo en un alza de la unidad de costos, en proporción exacta
al fortalecimiento de la demanda efectiva, hemos alcanzado un
estado que podría designarse apropiadamente como de inflación
auténtica. Hasta alcanzar este punto, el efecto de la expansión
monetaria es completamente cuestión de grado y no hay momento
previo en el cual podamos trazar una línea definida y declarar
que las condiciones de inflación están operando. Es probable que
cada aumento anterior en la cantidad de dinero, en la medida
que hace subir la demanda efectiva, se traduzca parte en una
elevación de la unidad de costos y parte en un aumento de la
producción.
Parece, por tanto, que tenemos cierta clase de asimetría a ambos
lados del nivel crítico en que se presenta la inflación, porque
una contracción de la demanda efectiva por debajo de ese nivel
reducirá la magnitud de ésta, medida en unidades de costo; mientras
que una expansión de la demanda efectiva por encima de él
no tendrá, por lo general, el efecto de aumentarla en términos
de unidades de costo. Este resultado es consecuencia del supuesto
de que los factores de la producción, y en particular los trabajadores,
están dispuestos a resistirse a una reducción en sus
remuneraciones monetarias, y que no hay motivo correspondiente
para oponerse a un aumento de éstas. Tal supuesto está evidentemente
bien fundado en los hechos, debido a la circunstancia de
que un cambio que no sea general resulta benéfico a los factores
especiales afectados cuando opera en sentido ascendente, y dañoso
cuando lo hace hacia abajo.
Si, por el contrario, los salarios nominales bajaran sin [303]
límite siempre que hubiese una tendencia hacia un nivel inferior
al de la ocupación plena no cabe duda que la asimetría desaparecería.
Pero en ese caso no habría ningún tope inferior a la
ocupación plena hasta que la tasa de interés fuese incapaz de
bajar más o que los salarios llegaran a cero. De hecho debemos
tener algún factor cuyo valor en dinero es, si no fijo, por lo me-