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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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266 SALARIOS NOMINALES Y PRECIOS

La proporción entre el volumen de demanda efectiva y la cantidad

de dinero corresponde muy de cerca a lo que a menudo

se llama la “velocidad-ingreso del dinero” —salvo que la demanda

efectiva corresponda a aquel ingleso que ha sido previsto y que

puso en marcha la producción, no al que realmente se percibe—, y

al ingreso bruto, no al neto. Pero la “velocidad-ingreso del dinero”

es, en sí misma, simplemente un nombre que nada explica. No

hay razón para esperar que sea constante; porque depende, como

se ha visto por el estudio anterior, de muchos factores variables y

complejos. El uso de este término obscurece, en mi opinión, el carácter

real de la'causación y sólo ha conducido a confusiones.

2) Como hemos visto antes (p. 51), la distinción entre los

rendimientos decrecientes y los constantes depende, en parte, de

si los trabajadores son remunerados en proporción estricta a su

eficacia. De ser así, tendremos costos de trabajo constantes (en unidades

de salarios) cuando el empleo crece. Pero si el salario de

cierta clase de trabajadores es uniforme, independientemente de la

eficacia de los individuos, tendremos costos de trabajo crecientes,

cualquiera que sea la eficiencia del equipo. Además, si éste no es

homogéneo y alguna parte de él supone un costo primo mayor por

[299] unidad de producción, tendremos costos primos marginales

en ascenso para cualquier aumento debido a los costos crecientes del

trabajo. De aquí que, por lo general, el precio de oferta suba a

medida que la producción de un equipo determinado sea mayor.

Así, el aumento de la producción irá seguido de un alza de precios,

aparte de cualquier cambio en la unidad de salarios.

3) En el párrafo 2) consideramos la posibilidad de que la oferta

fuese imperfectamente elástica. Si hay un equilibrio perfecto

en las cantidades relativas de recursos esjaecializados que no se

usan, todos ellos alcanzarán simultáneamente el estado de ocupación

plena. Pero, por lo general, la demanda de algunos servicios

y bienes alcanzará un nivel, más allá del cual la oferta es, por lo

pronto, perfectamente ineslástica; aunque en otras direcciones todavía

queden excedentes importantes de recursos sin empleo. Asi,

al aumentar la producción, se llegará sucesivamente a una serie

de “embolletamientos” (bottle-necks) en los que la oferta de determinados

bienes deja de ser elástica y sus precios tienen que

subir al nivel necesario, cualquiera que sea, para desviar la demanda

en otras direcciones.

Es probable que el nivel general de precios no suba mucho

cuando la producción crece, mientras se disponga de recursos eficaces

de todas clases sin ocupación. Pero tan pronto como la pro­

LA TEORÍA DE LOS PRECIOS 2 6 7

ducción haya subido lo suficiente para empezar a alcanzar “embotellamientos”,

es probable que ocurra un alza violenta en los

precios de ciertas mercancías.

Sin embargo, en lo aquí tratado, así como en lo dicho en el

párrafo 2), la elasticidad de oferta depende en parte del transcurso

del tiempo. Si suponemos un intervalo suficiente para que

cambie la cantidad de equipo, las elasticidades de oferta serán

eventualmente mayores de manera decidida. Así, un cambio moderado

en la demanda efectiva que se presente en circunstancias de

amplia desocupación puede influir muy poco en elevar los precios

y mucho en aumentar la ocupación; en tanto que otro más considerable

que, siendo imprevisto, haga que se alcancen algunos [300]

“embotellamientos” temporales, se agotará en el aumento de precios,

no de la ocupación, en mayor proporción al principio que

después.

4) El hecho de que la unidad de salarios puede propender a

subir antes de llegar a la ocupación plena requiere pocos comentarios

o explicación. Desde el momento en que cada grupo de trabajadores

saldrá ganando, ceteris paribus, con un alza en sus propios

salarios, hay, naturalmente, una presión en este sentido para

todos los grupos, a la que los empresarios estarán más dispuestos

a aceptar cuando estén haciendo mejores negocios. Por este motivo,

es probable que una parte de cualquier aumento en la demanda

efectiva será absorbida al satisfacer la tendencia ascendente

de la unidad de salarios.

En esta forma, además del nivel crítico final de la ocupación

plena, en el cual los salarios nominales tienen que subir, en la

misma proporción que el alza en los precios de los artículos para

asalariados, en respuesta a un aumento de la demanda efectiva en

unidades monetarias, tendremos una sucesión de puntos semicríticos

anteriores, en los cuales un crecimiento de la demanda efectiva

tiende a elevar los salarios nominales, aunque no en proporción

exacta al alza en el precio de los artículos para asalariados, e

igual ocurre en el caso de una demanda efectiva decreciente. En

la realidad, la unidad de salarios no cambia de una manera uniforme

en términos monetarios, en respuesta a cada cambio pequeño

en la demanda efectiva, sino a saltos. Estos trazos de discontinuidad

están determinados por la psicología de los trabajadores

y por la política de los patronos y los sindicatos obreros. Tratándose

de un sistema abierto, en el que significa esta descontinuidad

un cambio en relación con los costos tle salarios en alguna otra

parte, y en el ciclo económico, donde aún en un sistema cerrado

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