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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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1 6 0 EL INCENTIVO PARA INVERTIR

semejante —y esto es una creencia todavía más generalizada, aun

en la actualidad—cada acto adicional de inversión necesariamente

elevará la tasa de interés, si no está neutralizado por un cambio

en la inclinación a ahorrar.

Ahora bien, el análisis de los capítulos anteriores habrá aclarado

que esta interpretación del asunto ha de ser equivocada. Al

investigar el porqué de la diferencia de opinión hasta su origen,

empecemos, sin embargo, con los puntos en que hay acuerdo.

A diferencia de la escuela neoclásica, que cree que el ahorro

y la inversión pueden ser realmente desiguales, la escuela clásica

propiamente dicha ha aceptado el punto de vista de que son iguales.

Marshall, por ejemplo, seguramente creía [177], aunque no

lo dijo expresamente, que el monto global del ahorro y de la inversión

total son necesariamente iguales. En verdad, la mayoría de

los miembros de la escuela clásica llevaron esta creencia demasiado

lejos, desde el momento que sostenían que a todo acto individual

de aumento de los ahorros sigue por necesidad otro correspondiente

de crecimiento en la inversión. En lo que aquí

importa, tampoco hay una diferencia sustancial entre mi curva

de la eficiencia marginal del capital o de la demanda de inversión

y la curva de demanda de capital en que pensaban algunos de los

escritores clásicos que han sido citados antes. Cuando llegamos

a la propensión a consumir y a su corolario, la propensión a

ahorrar, estamos más próximos a una diferencia de opinión, debido

al énfasis que ellos han puesto en la influencia de la tasa

de interés sobre la propensión a ahorrar. Pero es de presumir que

no quieran negar el nivel de ingresos una influencia importante

también sobre el monto ahorrado; mientras que yo, por mi parte,

no negaría que la tasa de interés puede quizá tener una influencia

(aunque tal vez no de la clase que ellos suponen) sobre la parte

ahorrada de un determinado ingreso. Todos estos puntos de acuerdo

pueden resumirse en una proposición que la escuela clásica

aceptaría y yo no discutiría, a saber, que si se supone conocido

de antemano el nivel de ingresos, podemos inferir que la tasa

corriente de interés debe estar en el punto donde la curva de la

demanda de capital correspondiente a las diferentes tasas, corte

la curva de las cantidades ahorradas de ese ingreso, a diferentes

tipos de interés.

Pero es aquí donde se desliza el error definitivo en la teoría

clásica. Si la escuela clásica se limitara a deducir de la proposición

anterior que, dada la curva de la demanda de capital y la influencia

de los cambios en la tasa de interés sobre la propensión

TEORÍA CLÁSICA DEL INTERÉS 1 6 1

a ahorrar partiendo de ingresos dados, el nivel de ingresos y la

tasa deben tener una correlación única, no habría nada sobre

qué porfiar. Más aún, esta proposición [178] conduciría, naturalmente,

a otra que contiene una verdad importante, a saber, que

si se conoce la tasa de interés, lo mismo que la curva de demanda

de capital y la influencia de la tasa de interés sobre la propensión

a ahorrar partiendo de niveles dados de ingresos, el nivel de éstos

debe ser el factor que iguala el monto de lo ahorrado con el de

lo invertido. Pero, de hecho, la teoría clásica no solamente descuida

la influencia de los cambios en el nivel de ingresos, sino que

lleva consigo un error formal.

En efecto, como puede verse por las citas anteriores, la teoría

clásica supone que se puede proceder inmediatamente a considerar

(por ejemplo) el efecto de un desplazamiento de la curva de demanda

de capital sobre la tasa de interés, sin moderar o modificar

su hipótesis respecto al monto del ingreso dado que se trate y

del cual van a salir los ahorros. Las variables independientes de

la teoría clásica de la tasa de interés son la curva de demanda

de capital y la influencia de la tasa sobre la cantidad ahorrada de

un determinado ingreso, y cuando (por ejemplo) la curva

de demanda de capital se desplaza, la nueva tasa de interés, de

acuerdo con esta teoría, está fijada por el punto de intersección

de la nueva curva de demanda de capital y la que liga la tasa con

las cantidades que serán ahorradas de ese ingreso. La teoría clásica

de la tasa de interés parece suponer que si la curva de demanda

se desplaza o si la que liga la tasa con las cantidades ahorradas

de un ingreso dado hace lo propio, o si ambas se desplazan, la

nueva tasa estará determinada por el punto de intersección de

las nuevas posiciones de las dos curvas. Pero ésta es una teoría absurda,

porque el supuesto de que el ingreso es constante no es compatible

con el de que estas dos curvas pueden desplazarse independientemente

una de la otra. Si alguna ele ellas se desvía, entonces

el ingreso, en términos generales, cambiará, con el resultado de

que todo el esquema basado en la hipótesis de un ingreso dado se

derrumba. La posición sólo podría conservarse por medio de algún

[179] complicado supuesto que proveyera un cambio automático

en la unidad de salarios, con una cantidad justamente

suficiente en sus efectos sobre la preferencia por la liquidez, para

establecer una tasa de interés, la cual neutralizará justamente el

supuesto desplazamiento para llevar la producción al mismo nivel

que antes. De hecho, no se encuentra en los escritores citados ninguna

sugestión sobre la necesidad de semejante supuesto; en el

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