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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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1 9 0 EL INCENTIVO PARA INVERTIR

teres. Ei rendimiento probable de la nueva inversión marginal

no se aumenta por ei hecho de que alguien desee acrecentar su

riqueza, ya que el presente rendimiento de la nueva inversión

marginal depende de la expectativa de la demanda por un artículo

determinado y en fecha determinada.

Tampoco evitamos esta conclusión con el argumento de que

el propietario de riqueza desea, no un rendimiento probable dado,

sino el rendimiento mejor en perspectiva y que esté disponible,

de manera que un deseo mayor de poseer riqueza reduce el rendimiento

probable con que han de conformarse los productos de

nuevas inversiones, porque esto descuida el hecho de que siempre

se puede oponer una alternativa a la propiedad de bienes reales

de capital, o sea, la de dinero y deudas; de modo que el rendimiento

probable con el cual [212] los productores de inversiones

recientes tienen que conformarse no puede caer más abajo del nivel

establecido por la tasa corriente de interés. Y ésta no depende,

como hemos visto, de la fuerza del deseo de guardar riqueza, sino

de la potencia de los deseos de conservarla en forma líquida o

no líquida, respectivamente, junto con la magnitud de la oferta

de riqueza en una de esas formas en relación con la oferta de

la misma en la otra. Si el lector se encuentra todavía perplejo,

que se pregunte por qué, permaneciendo inalterable la cantidad

de dinero, un nuevo acto ele ahorro disminuye la suma que se

desea conservar en forma líquida a la tasa existente de interés.

Algunas dudas más profundas que pueden presentarse cuando

intentamos aventurarnos en los cómos y porqués, se tendrán en

cuenta en el próximo capítulo. I

II

Es mucho mejor hablar de que el capital da un rendimiento

mientras dura, como excedente sobre su costo original, que decir

que es productivo; pues la única razón por la cual un bien ofrece

probabilidades de rendimiento mientras dura, teniendo sus servicios

un valor total mayor que su precio de oferta inicial, se

debe a que es escaso; y sigue siéndolo por la competencia de la

tasa de interés del dinero. Si el capital se vuelve menos escaso,

el excedente de rendimiento disminuirá, sin que se haya hecho

menos productivo —al menos en sentido físico.

Por eso simpatizo con la doctrina preclásica de que todo es

producido por el trabajo, ayudado por lo que acostumbraba llamarse

arte y ahora se llama técnica, por los recursos naturales

NATURALEZA DEL CAPITAL 1 9 1

libres o que cuestan una renta, según su escasez o abundancia, y

por los resultados del trabajo pasado, incorporado en los bienes,

que también tiene un precio de acuerdo con su escasez o con su

abundancia. Es preferible considerar al trabajo, incluyendo, por

supuesto, los servicios personales del empresario y sus colaboradores

[213], como el único factor de la producción que opera

dentro de un determinado ambiente de técnica, recursos naturales,

equipo de producción y demanda efectiva. Esto explica, en

parte, por qué hemos podido tomar la unidad de trabajo como

la única unidad física que necesitamos en nuestro sistema económico,

aparte de las de dinero y de tiempo.

Es cierto que algunos procesos largos o indirectos son físicamente

eficaces; pero lo mismo pasa con otros que son cortos. Los

duraderos no son físicamente eficientes porque son largos, sino

que algunos, probablemente la mayor parte, serían físicamente

muy ineficaces, debido a que existen probabilidades como las de

echarse a perder o desgastarse con el tiempo.1 Para determinada

fuerza de trabajo hay un límite definido a la cantidad de éste

que se incorpora en los procesos indirectos, y que puede usarse

ventajosamente. Fuera de otras consideraciones, debe haber una

proporción definida entre la cantidad de trabajo empleada en hacer

máquinas y la que se emplea en usarlas. La última cantidad

de valor no aumentará de manera indefinida, relativamente a

la magnitud del trabajo empleado, a medida que los procesos

adoptados se hacen más y más indirectos, aun en el caso de que

su eficacia física esté aumentando todavía. Sólo si el deseo de

aplazar el consumo fuera lo bastante intenso para producir una

situación en que la ocupación plena requiriera un volumen de

inversión tan grande que significara una eficiencia marginal negativa

del capital, sería ventajoso un proceso por el simple hecho

de ser duradero; caso en el cual deberíamos emplear procesos que

son físicamente ineficientes a condición de que fueran lo bastante

largos para que la ganancia proporcionada por su aplazamiento

equilibrara su ineficacia. Nos encontraríamos, de hecho, ante una

situación en la cual los procesos cortos tendrían que conservarse

lo bastante escasos para que su eficiencia física equilibrara la

desventaja de la pronta entrega de su producto. Una teoría correcta,

por tanto, debe ser reversible, de manera que pueda abarcar

los casos de la eficiencia marginal del capital correspondiente

[214] a una tasa positiva o negativa de interés; y, según creo, sola-

Cf. nota de Marshall sobre BohnvBawerk, Principies, p. 583.

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