Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
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2 4 4 SALARIOS NOMINALES Y PRECIOS
lariados y las de artículos para no asalariados, respectivamente,
todavía sigue siendo fatal.
Además, él admite que, dentro de ciertos límites, los obreros
frecuentemente estipulan su remuneración, no en salarios reales
conocidos, sino en salarios nominales. Pero en este caso la función
de oferta de mano de obra no lo es únicamente de F' (x), sino
también del precio nominal de los artículos para asalariados, con
la consecuencia de que el análisis previo se desvanece y se ha
de introducir un factor nuevo, sin que exista una ecuación adicional
que atienda a esta incógnita adicional. No hay mejor ejemplo
de las trampas de un método pseudo-matemático, que no
puede progresar excepto haciendo que todo sea función de una
sola variable y suponiendo que todas las diferenciales parciales
desaparecen; porque de nada sirve admitir más tarde que de hecho
existen otras variables, y a pesar de ello seguir adelante [275]
sin volver a redactar lo que se ha escrito hasta ese punto. De este
modo, si (dentro de ciertos límites) los obreros estipulan su remuneración
en salarios nominales, todavía no tenemos los suficientes
datos, aun si suponemos que n — x -)- y, a menos que
sepamos lo que determina el precio nominal de los artículos para
asalariados, porque dicho precio dependerá del volumen total de
ocupación. Por tanto, hasta que sepamos los precios monetarios
de los bienes para asalariados no podemos decir cuál será la ocupación
total; y no podemos conocer tales precios hasta que tengamos
conocimiento del volumen total de ocupación. Nos falta,
como he dicho, una ecuación. Sin embargo, quizá lo que aproximaría
más nuestra teoría a los hechos fuera la suposición provisional
de rigidez de los salarios nominales, más que de los salarios
reales. Por ejemplo, los salarios nominales en Gran Bretaña durante
los disturbios, la incertidumbre y las amplias fluctuaciones
de los precios de la década 1924-1934, fueron estables dentro de
un límite del 6 por ciento, en tanto que los salarios reales fluctuaron
en más del 20 por ciento. Una teoría no puede pretender
ser general a menos que sea aplicable al caso (o dentro de los
límites) en que los salarios nominales sean fijos, lo mismo que
a cualquier otro caso. Los .políticos tienen derecho a quejarse de
que los salarios nominales deberían ser altamente flexibles; pero
un teórico debe estar preparado para enfrentarse indistintamente
con cualquier estado de cosas. Una teoría científica no puede
pedir a los hechos que se ajusten a sus propias hipótesis.
Cuando el profesor Pigou llega a ocuparse expresamente del
efecto de una reducción de los salarios nominales, nuevamente
LA TEORIA DE PIGOU 24 5
y de modo palpable (para mí), introduce muy pocos datos
Dermitir que se llegue a una respuesta definitiva. Empieza
»r rechazar el argumento (op. cit., p. 101) de que si el costo
primo marginal es igual al costo marginal del salario, los ingresos
1 de los no asalariados se alterarán, cuando los salarios nominales
se reduzcan, en la misma proporción que los de los asalariados,
basándose en que esto sólo es válido si la cantidad de ocupación
permanece invariable —lo que es precisamente el punto a discusión—.
Pero en la siguiente página (op. cit., p. 102) él mismo comete
igual error al tomar como suposición suya que “al principio
nada ha sucedido al ingreso monetario de los no asalariados”, lo
que, como él mismo acaba de mostrar, es válido solamente si el
volumen de ocupación no permanece invariable —que es lo que
se discute—. De hecho, no es posible respuesta alguna, a menos
que conozcamos otros factores.
La forma en que afecta al análisis la aceptación del supuesto
de que el trabajo se contrata de hecho por un salario nominal
A' 7 dado y no por uno real (a condición de que los salarios reales
no bajen de cierto límite) puede mostrarse también haciendo
ver [276] que en este caso se desbarata el supuesto de que no hay
más trabajo disponible, excepto a un salario real mayor, lo cual
es fundamental para la mayor parte del razonamiento. Por ejemplo,
el profesor Pigou rechaza (op. cit., p. 75) la teoría del multiplicador
suponiendo que se conoce la tasa de salarios reales, es
decir, que habiendo ya ocupación plena, nó habrá oferta de mano
de obra adicional a un salario real menor. Desde luego, si se
admite este supuesto, el argumento es correcto. Pero en este pasaje
el profesor Pigou está criticando una proposición relativa a política
práctica; y en un momento en que las estadísticas de desocupación
en la Gran Bretaña excedían de 2.000,000 (es decir, cuando
había 2.000,000 de hombres dispuestos a trabajar al salario nominal
existente) no se puede afirmar, sin alejarse fantásticamente
de la realidad, que cualquier alza en el costo de la vida, por
muy moderada que fuese, en relación con el salario nominal,
ocasionaría el retiro del mercado de trabajo de más del equivalente
de estos 2.000,000 de hombres.
Importa insistir en que todo el libro del profesor Pigou está
escrito partiendo del supuesto de que cualquier alza en el costo
de la vida, por muy moderada que sea, proporcionalmente al
salario nominal ocasionará el retiro del mercado de trabajo de
un número de trabajadores mayor que el de todos los que no
tienen empleo.