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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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272 SALARIOS NOMINALES Y PRECIOS

dad de otros casos especiales en los cuales e=l. Pero, en general,

e no iguala la unidad; y quizá no haya inconveniente en

hacer la generalización de que, según supuestos lógicos relativos

al mundo real, y excluyendo el caso de una “huida del dinero”

en el cual e„ y e, llegan a ser grandes, e es, por regla general,

menor que la unidad.

VII

Hasta ahora nos hemos ocupado primordialmente de la forma en

que los cambios en la cantidad de dinero afectan los precios a

la corta. Pero ¿no hay a la larga una relación más sencilla?

Éste es un problema que se presta más a la generalización histórica

que a la teoría pura. Si existe alguna tendencia a medir

la uniformidad a largo plazo de la curva de preferencia por la

liquidez, igual puede haber alguna relación tosca entre el ingreso

nacional y la cantidad de dinero necesaria para satisfacer dicha

preferencia, tomada como término medio de los periodos de pesimismo

y optimismo en conjunto. Por ejemplo, es posible que la

gente no conserve en periodos largos en forma de saldos ociosos

una suma superior a una proporción bastante estable del ingreso

nacional, a condición de que la tasa de interés exceda de cierto

mínimo psicológico; de modo que si la cantidad de dinero que

sobrepasa la requerida para la circulación activa excede esta proporción

nacional, habrá, tarde o [306] temprano, una tendencia

de la tasa de interés a bajar aproximadamente hasta dicho mínimo.

La tasa de interés descendente aumentará entonces, ceteris

paribus, la demanda efectiva, y la creciente demanda efectiva alcanzará

uno o más de los niveles semicríticos, en los cuales la unidad

de salarios tenderá a mostrar un alza discontinua, con el efecto

correspondiente sobre los precios. Entrarán en juego las tendencias

opuestas si la cantidad de dinero excedente es una proporción

anormalmente baja del ingreso nacional. Así, el efecto

neto de las fluctuaciones en un periodo será el de establecer una

cifra promedio, de acuerdo con la proporción estable entre el

ingreso nacional y la cantidad de dinero hacia la que la psicología

del público tiende tarde o temprano a volver los ojos.

Estas tendencias actuarán probablemente con menos tropiezos

en sentido ascendente que en el descendente; pero si la cantidad

de dinero sigue siendo muy escasa por largo tiempo, la solución

se hallará normalmente en el cambio del patrón o del sistema monetario,

de manera que se eleve la cantidad de dinero, más bien

LA TEORÍA DE LOS PRECIOS 273

que obligando a la unidad de salarios a bajar y, por tanto, aumentando

la carga de las deudas. De este modo, la dirección que han

seguido los movimientos de precios en periodos muy largos ha

sido casi siempre ascendente; porque cuando el dinero es relativamente

abundante, la unidad de salarios sube; y cuando es relativamente

escaso, se encuentra algún medio de aumentar la cantidad

efectiva del mismo.

Parece que durante el siglo xix el crecimiento de la población

y de los inventos, la explotación de nuevas tierras, el estado de

la confianza y la frecuencia de las guerras en el promedio de (digamos)

cada década, junto con la propensión a consumir, parecen

haber sido suficientes para establecer una curva tal de eficiencia

marginal del capital que permitió un nivel medio de ocupación

lo bastante satisfactorio para ser compatible con una tasa

de interés lo suficientemente alta para ser psicológicamente aceptable

para los propietarios de la riqueza. Hay pruebas de que

durante un periodo de casi ciento cincuenta años la tasa típica

de interés a largo plazo en los principales [307] centros financieros

fue del 5 por ciento más o menos, y la de los valores de

primera clase, entre 3 y ?>y2 por ciento; y que estas tasas de interés

eran lo bastante modestas para estimular una tasa de inversión

compatible con un promedio de ocupación que no era intolerablemente

bajo. Algunas veces la unidad de salarios, pero con

más frecuencia el patrón o el sistema monetario (particularmente

a través del desarrollo del dinero bancario) se ajustaban en forma

de asegurar que la cantidad de dinero en unidades de salarios

fuera suficiente para satisfacer la preferencia normal por la liquidez

a tasas de interés que rara vez eran muy inferiores a las

normales indicadas antes. En general, la tendencia de la unidad

de salarios, era, como de costumbre, firmemente ascendente, pero

la eficacia del trabajo también iba en aumento. Así, el equilibrio

de fuerzas era tal que permitía un grado razonable de estabilidad

en los precios —el más alto promedio quinquenal de los números

índices de Sauerberck entre 1820 y 1914 fue solamente 50 por

ciento mayor que el más bajo. Esto no fue accidental; se describe

con razón como debido a un equilibrio de fuerzas en una época

en que los grupos individuales de patrones eran lo bastante fuertes

para evitar que la unidad de salarios subiera mucho más de prisa

que la eficacia de la producción y cuando los sistemas monetarios

eran al mismo tiempo lo bastante fluidos y suficientemente

conservadores para proporcionar un promedio de abastecimiento

de dinero en unidades de salarios, que permitiera prevalecer al

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