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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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2 5 6 SALARIOS NOMINALES Y PRECIOS

crecimiento del consumo, la elasticidad inicial de ocupación estará

más abajo de su nivel eventual de equilibrio que si proviene

de un aumento en la inversión. Además, si la demanda acrecentada

se dirige a los productos que tienen elasticidad relativamente

baja de ocupación, una proporción mayor de la misma irá a

acrecentar los ingresos de los empresarios y otra menor la de quienes

perciben salarios y otros componentes del costo primo; siendo

posible que las repercusiones sean algo menos favorables al gasto,

debido a la probabilidad de que los empresarios ahorren una parte

mayor de su incremento de ingresos de la que ahorrarían los

asalariados. Sin embargo, la distinción entre los dos casos no debe

exagerarse, ya que la mayor parte de las reacciones serán muy semejantes

en ambos.6 [287]

Por mucha que sea la anticipación con que se dé aviso a los

empresarios de un probable cambio en la demanda no es posible

que la elasticidad inicial de ocupación, a consecuencia de un

aumento dado en la inversión, sea de la misma magnitud que

su valor eventual de equilibrio, a menos que haya excedentes de

existencias y exceso de capacidad en cada etapa de la producción.

Por otra parte, el agotamiento de los excedentes de existencias

tendrá efecto compensador sobre la magnitud de crecimiento de

la inversión. Si suponemos que hay algún excedente inicial en

todos los sectores, la elasticidad inicial de ocupación puede aproximarse

a la unidad: entonces, después de que las existencias hayan

sido absorbidas, pero antes de que se presente un aumento

adecuado en la oferta, procedente, de las primeras etapas de la

producción, la elasticidad se debilitará; subiendo de nuevo hasta

cerca de la unidad cuando nos aproximemos a la nueva posición

de equilibrio. Esto está sujeto, sin embargo, a ciertas limitaciones

en la medida en que haya factores de renta que absorban más gasto

cuando crece la ocupación, o si la tasa de interés aumenta. Por

estas razones es imposible una estabilidad perfecta de los precios

en una economía sujeta a cambios —a menos que, por supuesto,

haya algún mecanismo peculiar que asegure, precisamente en proporción

conveniente, las fluctuaciones transitorias de la propensión

a consumir—. Pero la inestabilidad de los precios originada

de este modo no conduce a esa clase de estímulo de ganancia que

puede originar un excedente de capacidad; porque las ganancias

inesperadas irán a parar por completo a aquellos empresarios que

posean productos en una etapa relativamente adelantada de pro-

“ En mi Tieatise on Money, Libro IV, puede encontrarse un estudio más amplio

sobre el tema anterior.

LA FUNCIÓN DE OCUPACION 257

„ucción, y el empresario que no posee recursos especializados del

tipo apropiado no puede hacer nada para atraer hacia si dicha

ganancia. De este modo, la inevitable inestabilidad de los precios

debida a variaciones no puede afectar a los actos de los empresarios,

sino que meramente dirige una riqueza de fado inesperada

a las manos de la gente con suerte fmutatis mutandis cuando el

cambio supuesto ocurre en sentido contrario) . A mi modo de ver,

en algunas discusiones contemporáneas sobre una política práctica

orientada a estabilizar los precios, se ha olvidado este hecho.

[288] Es verdad que en una sociedad propensa a cambiar, tal política

no puede tener un éxito completo; pero de esto no se deduce

que toda pequeña desviación transitoria respecto de la estabilidad

de precios origine necesariamente un desequilibrio acumulativo.

III

Hemos demostrado que cuando la demanda efectiva es deficiente

existe subenrpleo de mano de obra en el sentido de que hay hombres

desocupados dispuestos a trabajar por un salario real menor

del existente. En consecuencia, a medida que la demanda efectiva

aumenta, la ocupación sube, aunque a un salario real igual o

menor al existente, hasta el momento en que no haya excedente

de mano de obra disponible al salario que rija en ese momento,

es decir, no hay más hombres (u horas de trabajo) disponibles a

menos que los salarios nominales suban (a partir de este límite)

más de prisa que los precios. El siguiente problema es considerar

qué sucederá si, cuando se llegue a esta situación, sigue aumentando

el gasto.

Hasta este momento, el rendimiento decreciente, ocasionado

por el hecho de aplicar más trabajo a un equipo dado de producción,

ha sido neutralizado por la aquiescencia de la mano

de obra a ver reducido su salario real. Pero a partir de este punto,

una unidad de trabajo requeriría el estímulo del equivalente

de una cantidad mayor de producto, siendo así que el resultado

de aplicar una nueva unidad consistiría en una cantidad

menor de producto. Las condiciones de equilibrio estricto requieren,

por tanto, que los salarios y los precios, y, en consecuencia,

también las utilidades, suban todos en la misma proporción que

el gasto, sin que la posición “real”, incluyendo el volumen de la

producción y de la ocupación, sufran el más pequeño cambio

por ningún concepto. Es decir, hemos llegado a una situación en

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