Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936
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284 BREVES CONSIDERACIONES
existencias que equilibre parcialmente las reinversiones en capital
en giro; y, finalmente, cuando la recuperación haya avanzado
bastante, ambos factores serán simultáneamente favorables a la
inversión. Deben examinarse los factores adicionales y sobrepuestos
de las fluctuaciones de la inversión en artículos durables, teniendo
como fondo lo anterior. Cuando una baja en esta clase
de inversiones ha puesto en marcha una fluctuación cíclica, habrá
poco aliciente para la recuperación hasta que el ciclo haya recorrido
parte de su camino.3
Por desgracia, una baja importante en la eficiencia marginal
del capital también tiende a afectar en forma adversa la propensión
a consumir; porque entraña una disminución considerable
en el valor del mercado de los valores de rendimiento variable
en la bolsa. Ahora bien, esto ejerce naturalmente una influencia
muy depresiva sobre las personas que toman interés activo en
sus inversiones en la bolsa de valores, especialmente si emplean
fondos prestados. La disposición a gastar de esta gente está quizá
aún más influida por las alzas y bajas en el valor de sus inversiones
que por el estado de sus ingresos. Con un público de
“mentalidad de accionista” como el de Estados Unidos en la actualidad,
un mercado de valores al alza puede ser condición casi
esencial de una propensión a consumir satisfactoria; y esta circunstancia,
generalmente desdeñada hasta hace poco, sirve evidentemente
para agravar más aún el efecto depresivo de una baja
en la eficiencia marginal del capital.
Una vez iniciada la recuperación-, es evidente la forma en que
se alimenta a sí misma y crece. Pero durante la fase descendente,
cuando tanto el capital fijo como las existencias de materiales son
por el momento redundantes y se está restringiendo el capital en
giro, la curva de la eficiencia marginal del capital puede bajar
tanto que escasamente sea posible corregirla de manera que asegure
una tasa satisfactoria de nuevas inversiones por medio de
cualquier [319] reducción practicable en la tasa de interés. De
este modo, con mercados organizados y sujetos a las influencias
actuales, la estimación que hace el mercado de la eficiencia marginal
del capital puede sufrir fluctuaciones tan enormemente amplias
que no quepa neutralizarlas lo bastante por fluctuaciones
correspondientes en la tasa de interés. Además, como hemos visto
antes, los movimientos consiguientes en el mercado de valores pue-
8 Una parte de la argumentación de mi T ieatise on M o n ey, libro iv, gira alrededor
de este asunto.
NOTAS SO BRE E L CICLO ECONOMICO 285
den deprimir la propensión a consumir precisamente cuando es
más necesaria. Por tanto, en condiciones de laissez-faire, quizá sea
imposible evitar las fluctuaciones amplias en la ocupación sin un
cambio trascendental en la psicología de los mercados de inversión,
cambio que no hay razón para esperar que ocurra. En conclusión,
afirmo que el deber de ordenar el volumen actual de
inversión no puede dejarse con garantías de seguridad en manos
de los particulares.
III
Puede parecer que el análisis precedente está de acuerdo con el
punto de vista de quienes sostienen que la sobreinversión es la
característica del auge, que el único remedio posible para la siguiente
depresión es el evadir esta sobreinversión y que, si bien,
por las razones dadas antes, ésta no puede impedirse por medio
de una baja tasa de interés, sin embargo, el auge puede evitarse
por una tasa alta de interés. Ciertamente tiene fuerza el argumento
de que una alta tasa de interés es mucho más efectiva
contra un auge que otra baja contra una depresión.
Pero inferir estas conclusiones de lo anterior llevaría a una
mala interpretación de mi análisis; y a mi modo de ver, supondría
serio error. Porque el término sobreinversión es ambiguo.
Se puede referir a las inversiones que estarían predestinadas a
desanimar las expectativas que las incitaron o para las cuales
no hay lugar en circunstancias de intensa desocupación; o puede
indicar un estado de cosas en el que cada clase de bienes de capital
sea tan abundante que no haya inversión [320] nueva que
prometa, aun en condiciones de ocupación plena, ganar en el
curso de su duración más que su costo de reposición. Es solamente
en el último estado de cosas donde hay sobreinversión,
estrictamente hablando, en el sentido de que cualquier inversión
posterior sería sólo un puro desperdicio de recursos.4 Además,
aunque la sobreinversión en este sentido fuera una característica
normal del auge, el remedio no estaría en imponer de súbito una
alta tasa de interés, que probablemente disuadiría algunas inversiones
útiles y podría reducir aún más la propensión a consumir,
sino en tomar medidas drásticas, por la redistribución de los
ingresos o de otro modo, para estimular la propensión a consumir.
4 Sin embargo, en ciertos supuestos relativos a cómo se reparte la propensión a consumir
en el tiempo, las inversiones que dan un rendimiento negativo podrían ser ventajosas
en el sentido de que, para la comunidad en conjunto, llevarían la satisfacción
al máximo.