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Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero

Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes publicado en 1936

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30ü

BREVES CONSIDERACIONES

ta cuando los bienes son muy baratos, porque la baratura procede

de la corta demanda y la escasez de dinero, que hace las cosas

baratas; de tal manera que lo contrario aumenta el comercio,

cuando hay abundancia de dinero y los bienes se vuelven más

caros al ser demandados.”14

El profesor Heckscher resume como sigue este aspecto del pensamiento

mercantilista:

D u rante siglo y m edio, este punto de vista se form uló repetidam ente d i­

ciendo que aquellos países en los que existía relativam ente menos dinero que

en otros, tenían necesariam ente que "vender barato y com prar caro”. . .

Este p u n to de vista lo encontram os ya expresado en la prim era edición del

Discourse of the C om m on W eal, o sea a m ediados del siglo xvi. H ales decía,

en efecto: “Si los extranjeros se contentasen con tom ar solam ente nuestras m ercancías

a cam bio de las suyas propias, ¿qué iba a im pedirles elevar los precios

de otras cosas (entendiéndose, entre otras, aquellas que nosotros les compramos),

a pesar de la b a ra tu ra de las que nosotros les vendemos? De este modo, nosotros

seguiríam os perdiendo y ellos nos sobrepasarían, vendiendo caro lo suyo

y com prando barato lo nuestro, con lo cual [345] se enriquecerían m ientras

nosotros nos em pobreceríam os. Por eso, a m í me gustaría más que nosotros

elevásemos los precios de nuestras m ercancías al igual que ellos elevan los

de las suyas, que es lo que hacemos hoy, au n q u e con ello salgan perdiendo

algunos, pues nunca serán tantos como los que de otro m odo saldrían p erdiendo.”

Y, en este punto, H ales obtuvo la aquiescencia sin reservas del editor

de su obra, algunas décadas más tarde (en 1581). En el siglo xvn volvió a reaparecer

este p u n to de vista, con u n alcance que en u n principio no había

variado. Así M alyncs consideró que esta infortu nada posición en el resultado

de lo que más tem ía sobre todas las cosas; es decir, una subvaluación ex tranjera

del tipo de cam bio inglés. Este m ism o criterio lo vemos reiterado constantem

ente. En su obra V erbum Sapienti (escrita en 1665 y editada en 1691), Petty

opinaba que los violentos esfuerzos que se hacían para au m en tar la m asa de

dinero ya no serían necesarios “si tenem os con seguridad m ás dinero q u e los

Estados vecinos nuestros —por pequeños que ellos sean—, tan to en proporción

aritm ética como en proporción geom étrica”. Y en los años q u e transcurrieron

entre la redacción y la edición de este libro, declaró Coke: “Si nuestro tesoro

fuese m ayor que el de los pueblos vecinos nuestros, no me preocuparía de

esto, au nque sólo tuviésemos la q u in ta p a rte del tesoro que en la actualidad

tenem os” (1675).15

3) Los mercantilistas fueron los creadores del “miedo a los

bienes” y la escasez de dinero, como causas de la desocupación

que los clásicos habían de denunciar dos centurias más tarde como

un absurdo;

11 Heckscher, op. cit., vol. h, p. 228.

13 Heckscher, op. cit. vol. n, p. 235.

MERCANTILISMO, USURA, DINERO, SUBCONSUMO 30 7

Uno de los más antiguos ejem plos de em pleo del argum ento del paro forzoso

como móvil de las prohibiciones de im portación, lo encontram os en F lorencia,

en el año de 1426. . . Pero esta idea puede seguirse más fácilm ente en

la legislación inglesa, en la que se rem onta, por lo menos, hasta el año 1455. .. La

ordenanza francesa, casi coetánea de aquélla, de 1466, que sentó las bases para

la industria sedera de Lyon, tan famosa más tarde, ofrece m enor interés, pues

en realidad no se dirigía contra las mercancías de fuera. Sin em bargo, tam ­

bién en ella se invocaba la posibilidad de d a r ocupación a decenas de m iles

de hom bres y m ujeres privados de trabajo. Y esto dem uestra cómo flotaba en

el aire, p or aquel entonces, este pensam iento.

L a prim era gran discusión sostenida sobre este problem a, como sobre casi

todos los problem as sociales y económicos, se entabló en Inglaterra a m ediados

del siglo xvi o u n poco antes, bajo el reinado de E nrique V III y de su hijo

E duardo VI. H ay que citar, especialm ente, una colección de escritos, redactados

al parecer, a más tardar, en la década de 1530, y dos de los cuales p o r lo

menos circulaban [346] bajo el nom bre de C lem ent A rm strong... E n él, el

tem a se form ula, por ejem plo, asi: “La gran superabundancia de productos y

mercancías de fuera im portados todos los años en Inglaterra no sólo h a d eterm

inado u n a penuria de dinero, sino que, además, ha arruinado toda la industria

que podría h aber dado trabajo a u n gran núm ero de personas del pueblo bajo,

perm itiéndoles sacar de ese trabajo dinero p ara pagar sus alim entos y bebidas

y que hoy se ven obligados a holgar o a vivir de la m endicidad y del robo.” ”

El m ejor ejem plo que yo conozco de u n a discusión típicam ente m ercantilista

en torno a esta situación son los debates m antenidos en la C ám ara de los C o­

m unes de In g laterra acerca de la “escasez de m oneda” (Scarcity of M oney) en

1621, al producirse u n a grave depresión que afectaba sobre todo a las exportaciones

de paños. La situación fue descrita de un m odo gráfico por uno de los

hom bres más influyentes del parlam ento, Sir Edw in Sandys. Los agricultores y

los artesanos —dijo este orador— atravesaban por u n a situación difícil en casi

todas las regiones, los telares se hallaban parados p o r falta de dinero dentro

del país y los campesinos veíanse obligados a rescindir sus contratos, “no (gracias

a Dios) p or falta de productos agrícolas, sino p o r falta de dinero” . L a situación

condujo a m inuciosas investigaciones encam inadas a averiguar adónde

podía h aber ido a p a ra r el dinero cuya escasez se dejaba sentir tan angustiosam

ente. Y se dirigían toda suerte de ataques a las personas de quienes se

pensaba q u e habían contribuido a la exportación de los m etales preciosos (superávit

de exportación) o a su desaparición por u n m al em pleo dentro del

propio país.17

Los mercantilistas se daban cuenta de que su política, como

dice el profesor Heckscher, “mataba dos pájaros de un tiro”. “De

una parte, se desembarazaba el país de un indeseado sobrante de

mercancías, en el que, según se creía, radicaba la causa de la desocupación

forzosa y, de otra parte, aumentaba la cantidad de

dinero existente en el país”,18 con las ventajas resultantes de una

baja en la tasa de interés.

10 Heckscher, op. cit., vol. n, p. 231.

17 Heckscher, op. cit., vol. ii, p. 231.

18 Heckscher, op. cit., vol. n, p. 178.

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