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RDB-JULIO-2021

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profundamente injustas y parecen ser también una forma de

recapitalización bancaria.

Hoy en día, puede sorprender que en algunos países la deuda

hipotecaria siga siendo extremadamente popular. En Bélgica, por

ejemplo, la deuda hipotecaria privada equivale al 54,7% del PIB. En

2018, los bancos belgas habían concedido un total de 242.700 millones

de euros en préstamos hipotecarios, de los cuales 60.900 millones

estaban titulizados (Aalbers, 2019). En la actualidad, tres millones de

personas están endeudadas con los bancos al haber contratado

préstamos hipotecarios; es decir, el 55% de la población activa[3]. En

15 años, los precios del mercado inmobiliario casi se han duplicado en

todo el país, y el acceso al crédito hipotecario para los hogares menos

pudientes ha disminuido[4], agravando aún más el problema de acceso

a la vivienda. Esto significa que los bancos belgas no han restringido la

concesión de créditos hipotecarios, a pesar de que también en Bélgica

el Estado tuvo que recapitalizar algunos bancos de primer orden, entre

otros Dexia, ahora conocido como Belfius.

En España, el incentivo a la compra se reanudó a partir de 2019, como

si no hubiera pasado nada, mientras que entre enero y agosto del mismo

año se producían 100 desahucios al día por impago de alquileres, y 42

por impago de hipotecas. [5] Cerberus, Blackstone y otros fondos buitre

habían invertido en 2012-2013 en los stocks de créditos morosos de los

bancos españoles hasta el punto de poseer suficientes viviendas para

influir en gran parte del mercado residencial y hacer subir los precios

creando burbujas de alquiler. Seis años más tarde, los fondos buitre

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