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RDB-JULIO-2021

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Un hombre utiliza su teléfono móvil, mientras que una mujer toma una

fotografía con su smartphone en el London Bridge de la capital

británica. GETTY IMAGES

Las recientes filtraciones del uso de Pegasus revelan que ni siquiera el

tsunami provocado por Snowden frenó las escuchas sistemáticas. “En

algunos casos, las fuerzas del orden e inteligencia deben poder recurrir

a estas herramientas para entrar en los móviles de los criminales. Pero

deberíamos asegurarnos de que no se usen a la ligera”, opina Diego

Naranjo, asesor político de EDRI, una ONG paneuropea que trabaja por

la defensa de los derechos humanos en la era digital. “Hay que

desarrollar normativas internacionales potentes, como por ejemplo

prohibir que las compañías puedan guardarse y vender zero day

exploits”.

En España, para pinchar un móvil hace falta un permiso judicial. En otros

países, como EE UU o Reino Unido, también se exige eso, aunque solo

si la escucha se realiza dentro de las propias fronteras. Fuera del propio

país, los controles son más laxos.

¿Quién está a salvo?

¿Hace falta recurrir a programas tan sofisticados como Pegasus para

entrar en un móvil ajeno? La respuesta es no. “A un usuario medio se le

puede hacer muchas cosas cuando lleva un Android, ya sea explotando

alguna vulnerabilidad o mediante ingeniería social”, explica Deepak

Daswani, hacker y experto en ciberseguridad. El sistema operativo de

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