Relato para mis hijos - Es una colección de cinco documentales que ...

Sergio J. Midence En aquellos tiempos...alrededor de 1985, hace unos 29 años más o menos,
iniciaba mis estudios en la carrera de biología en la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras. Recuerdo que el entusiasmo de los viajes de campo
Al calor...o bajo
el sol, de la
guerra fría
era uno de los principales atractivos para seguir estudiando la carrera, dado que
conocíamos sitios recónditos del territorio que de otra forma no hubiéramos
podido conocer; por ejemplo la región de la Mosquitia, para colectar plantas en
el bosque tropical lluvioso; el Golfo de Fonseca, en el Pacífico, que en Honduras
es una bocana de 35 kilómetros de largo, lo único que nos permite entrar
al Pacífico, para trabajar en los campamentos de anidamiento de la tortuga
golfina, con los famosos patrullajes de madrugada, la colecta de los huevos,
la construcción de los nidos... y cuidar que los perros y chanchos no se los
comieran cuando ya estaban a punto de salir. ¡Ah! ¡Y las hormigas! O las giras a
los bosques nublados del occidente del país, como la montaña de Celaque que,
si mal no recuerdo, ocupa el cuarto lugar entre las montañas más altas del país.
Creo que son poco más de 2,800 msnm (poco frente a otros picos de la región).
Pero, bueno, este relato tiene lugar precisamente en el Golfo de Fonseca, en
una gira de campo de la clase de Taxonomía Vegetal...I, o II no lo recuerdo
bien: una de las formas de hacerlo es recordar que en “Taxo I” colectábamos
zacates y helechos, y en “Taxo II” las demás plantas. Bueno, creo que fue “Taxo
II” porque la gira fue a la isla de Zacate Grande, un volcán inactivo y el único
representante de esa clase en el país. En la isla, en aquel entonces, había
bosque, y la idea era subir toda la montaña para hacer una buena colecta de
lo que hubiera allí.
Recuerdo que salimos más o menos a media mañana desde “Tegus”
(Tegucigalpa) dado que nos daba tiempo de llegar por la tarde a Coyolito, que