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Relato para mis hijos - Es una colección de cinco documentales que ...

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cuerpo <strong>de</strong> Eduardo, mientras <strong>que</strong> Felipe, más <strong>de</strong>lgado, le toco en el otro extremo en lo <strong>que</strong> aparentemente era lo más<br />

ligero, los pies. Eduardo nos ayudaría un poco con su pierna izquierda. De esta forma avanzamos no más <strong>de</strong> 200 metros.<br />

Faltaban al menos, 15 veces esa distancia <strong>para</strong> lograr llegar a la comunidad. El camino era en extremo difícil, rocoso y<br />

con vegetación. Lo más complicado era encontrara la vía a<strong>de</strong>cuada <strong>para</strong> pasar con Eduardo. Al poco tiempo y a <strong>una</strong> corta<br />

distancia, nos dimos por vencidos. Afort<strong>una</strong>damente, a la distancia apareció la horda <strong>de</strong> personas <strong>de</strong> la comunidad. ¡Ya<br />

estamos cerca <strong>de</strong> uste<strong>de</strong>s! Dijo Laura por el radio <strong>de</strong> comunicación corta. ¡Si, ya los vemos!<br />

La horda <strong>de</strong> gente nos alcanzó. Habría no menos <strong>de</strong> 15 adultos, todos ellos hombres dispuestos a ayudar. Un par <strong>de</strong> ellos<br />

habían traído consigo unos sarapes o cobijas. Otros dos o tres trajeron sus machetes y cortaron dos troncos poco más<br />

largos y robustos <strong>de</strong> los <strong>que</strong> nosotros habíamos cortado. Nuestros troncos sirvieron <strong>para</strong> darle firmeza a la nueva camilla.<br />

Las cobijas formaron el resto. Eduardo sobre la camilla tuvo <strong>que</strong> agarrarse con más fuerza, ya <strong>que</strong> la velocidad <strong>de</strong>l viaje<br />

se incremento. Con varios amigos cargando y alternándose durante el recorrido rumbo a la comunidad <strong>de</strong> Loma Bonita,<br />

la distancia se hizo corta. No obstante, también dolorosa <strong>para</strong> Eduardo.<br />

Una vez en la comunidad, habría <strong>que</strong> <strong>de</strong>cidir hacia don<strong>de</strong> tendríamos <strong>que</strong> dirigirnos. Lo más cercano era Maravilla<br />

Tenejapa. Pero el servicio médico más cercano estaría en la Ciudad <strong>de</strong> Comitán. Eran casi las 18:30, así <strong>que</strong> nos dirigimos<br />

hacia Comitán, <strong>que</strong> está a <strong>una</strong>s tres horas <strong>de</strong> manejo. Ya en Comitán <strong>de</strong>cidimos mejor seguir nuestro camino rumbo a<br />

San Cristóbal <strong>de</strong> Las Casas, a dos horas a<strong>de</strong>lante. <strong>Es</strong>ta ciudad es nuestro hogar y seguro Eduardo sería mejor atendido.<br />

Al menos estaría cerca <strong>de</strong> la familia.<br />

Llegamos al hospital <strong>de</strong> ISSSTE alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> las 01:30 <strong>de</strong> la madrugada y entramos directamente a emergencias. Lo<br />

primero fue quitar el entablillado <strong>que</strong> había durado firme hasta esos momentos. Con movimientos seguros <strong>de</strong> tijera, el<br />

médico <strong>de</strong> guardia quitó los amarres. No hubo clemencia con personalida<strong>de</strong>s ni historias ni recuerdos <strong>de</strong> nuestros ahora<br />

tiliches <strong>de</strong> ropa. La siguiente parte crucial fue la bota <strong>de</strong> hule <strong>que</strong> había soportado la fuerza cruzada tanto <strong>de</strong> la roca<br />

como <strong>de</strong> la tibia y el peroné, y <strong>de</strong> los músculos y la piel. El médico nos comunicó <strong>que</strong> <strong>de</strong>bía cortar a la heroína <strong>de</strong> la pierna<br />

<strong>de</strong> Eduardo. ¡Ni modo! ¡A<strong>de</strong>lante! El médico procedió a cortar el hule <strong>de</strong> la bota <strong>para</strong> apreciar con más <strong>de</strong>tenimiento<br />

la condición y situación <strong>de</strong> la pierna. El hule cedió con gentileza, ya no había motivo alguno <strong>de</strong> seguir soportando la

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