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Relato para mis hijos - Es una colección de cinco documentales que ...

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Juan Carlos Faller Menén<strong>de</strong>z 1<br />

Cuatro narices<br />

1 En memoria <strong>de</strong> Francisco Faller Cervera<br />

No recuerdo haber visto antes <strong>una</strong> “cuatro narices” (taxinchán en maya), en<br />

otros rumbos conocida como “nauyaca”, “cola <strong>de</strong> hueso” o “terciopelo”, o<br />

<strong>para</strong> la ciencia Bothrops asper.<br />

A<strong>que</strong>lla mañana estábamos explorando manchones <strong>de</strong> selva a la vera <strong>de</strong> caminos<br />

pavimentados en el sur <strong>de</strong> la Península, cerca <strong>de</strong> las fronteras con Guatemala y<br />

Belice (<strong>para</strong> más señas, en la parte baja <strong>de</strong> la franja en conflicto territorial entre<br />

Quintana Roo y Campeche). Región <strong>de</strong> cerros con selva alta en severo proceso<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>forestación, aún conserva espacios bien conservados y exuberantes <strong>que</strong> nos<br />

tenían embriagados con sus aromas, colores y sonidos; orquí<strong>de</strong>as, corozos, insectos,<br />

loros y otras aves.<br />

León Ibarra, cámara en mano, era un torrente fotográfico y oral, dis<strong>para</strong>ndo<br />

datos, información, anécdotas y bromas. Nadie conoce las orquí<strong>de</strong>as <strong>de</strong> la<br />

Península como él, ya <strong>que</strong> explora, registra, apren<strong>de</strong>, enseña y se divierte sin<br />

or<strong>de</strong>n y sin pausa, elaborando dobles sentidos y dirigiéndolos a sus aprendices e<br />

invitados, como los <strong>que</strong> orbitábamos a su alre<strong>de</strong>dor ese día <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 2007.<br />

En algún momento, saturado <strong>de</strong> tanta enseñanza y esgrima verbal, <strong>de</strong>cidí<br />

seguir rumbo centrífugo y tomé <strong>una</strong> brecha <strong>que</strong> subía por un cerro bajo, al lado<br />

<strong>de</strong> la carretera. Mientras a <strong>mis</strong> espaldas oía a León pontificar sobre alg<strong>una</strong> planta<br />

y su relación simbiótica con no sé qué bicho; noté un claro entre los altos árboles<br />

y hacia allí me <strong>de</strong>jé llevar. Unos pasos <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mí venía Beto, <strong>de</strong> 11 años, y más<br />

atrás, vigilante, nos seguía Panchito, el aprendiz estrella –y ahijado- <strong>de</strong>l pontífice.<br />

La historia <strong>de</strong> Panchito es singular. Antes <strong>de</strong> cumplir los 15 años, un acci<strong>de</strong>nte<br />

con un tractor por poco lo mata. De hecho, cuando llegó León a verlo, los

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