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Relato para mis hijos - Es una colección de cinco documentales que ...

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andar firme y seguro. El momento fue grandioso pu<strong>de</strong> observar a un gato muy difícil <strong>de</strong> ver, y la primera impresión <strong>que</strong><br />

me causó fue <strong>de</strong> admiración ya <strong>que</strong> <strong>de</strong>notaba su lado salvaje y dominador <strong>de</strong> la situación.<br />

Pues fue así, <strong>que</strong> el grupo <strong>de</strong> bús<strong>que</strong>da <strong>de</strong> pericos continuamos caminando y contando anécdotas entre un calor <strong>que</strong><br />

al paso <strong>de</strong> las horas era cada vez más lacerante. Al fin, llegamos como a la tercera cima <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>una</strong>s dos horas <strong>de</strong><br />

camino, ahí <strong>de</strong>scansamos y algo <strong>que</strong> no puedo olvidar en ese punto son los <strong>de</strong>liciosos trozos <strong>de</strong> melón <strong>que</strong> nos invitó<br />

Kathy, “bendito melón <strong>que</strong> en esos momentos apagaste mi sed y llenaste mi boca <strong>de</strong> dulce sabor”.<br />

Después <strong>de</strong> comer y disfrutar <strong>de</strong> esos pe<strong>que</strong>ños placeres, llegó el momento <strong>de</strong> hacer un análisis <strong>de</strong> la situación pues era<br />

claro <strong>que</strong> en ese día no íbamos a po<strong>de</strong>r llegar hasta el sitio don<strong>de</strong> se encontraba la señal <strong>de</strong>l trans<strong>mis</strong>or. Afort<strong>una</strong>damente<br />

<strong>para</strong> todos, Kahty pudo <strong>de</strong>ducir la ubicación <strong>de</strong>l perico con el radio trans<strong>mis</strong>or y <strong>de</strong>cidió <strong>que</strong> era momento <strong>de</strong> regresar,<br />

pues el camino era muy abrupto y no tendríamos tiempo suficiente <strong>para</strong> llegar y regresar.<br />

Regresar sin el trans<strong>mis</strong>or no era lo <strong>que</strong> hubiéramos <strong>que</strong>rido, sin embargo estábamos conscientes <strong>que</strong> el camino <strong>de</strong><br />

regreso era largo. Con mal sabor <strong>de</strong> boca iniciamos el retorno, y como pasa en ocasiones al voltear hacia atrás ya nada<br />

era igual a lo <strong>que</strong> veíamos durante el día, y menos cuando cambia la luz <strong>de</strong> la mañana a la <strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer. Por ello fijamos<br />

nuestro rumbo aun<strong>que</strong> no fue el <strong>mis</strong>mo camino por el <strong>que</strong> llegamos. Así avanzamos por la selva con un poco <strong>de</strong> prisa<br />

por a<strong>que</strong>llo <strong>de</strong> <strong>que</strong> no nos alcanzara la noche, y como era <strong>de</strong> esperarse hubo lugares don<strong>de</strong> tuvimos <strong>que</strong> seguir abriendo<br />

camino con el machete.<br />

A esas horas <strong>de</strong>l día, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber caminado toda la mañana bajo el rayo <strong>de</strong>l sol, ya no era tan emotivo el <strong>que</strong><br />

pidieras turno <strong>para</strong> tomar el machete y menos el <strong>que</strong> te cedieran el turno. De hecho ya comenzábamos a sentir la fatiga<br />

<strong>de</strong> los brazos. Llegó un momento en <strong>que</strong> nuestro andar fue muy lento <strong>de</strong>bido a tantas ramas <strong>que</strong> teníamos enfrente, y<br />

aun<strong>que</strong> yo también estaba ya muy cansado pedí el machete <strong>para</strong> seguir abriendo camino.<br />

Para estas horas ya eran pocos los comentarios <strong>que</strong> hacíamos lo <strong>que</strong> teníamos en mente era seguir caminando y llegar<br />

a las motos. Aun<strong>que</strong> <strong>mis</strong> machetazos ya no eran tan contun<strong>de</strong>ntes como al comienzo <strong>de</strong>l día, avanzamos unos veinte<br />

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