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Relato para mis hijos - Es una colección de cinco documentales que ...

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a<strong>de</strong>más el ruido provino <strong>de</strong> más lejos, a la <strong>de</strong>recha <strong>de</strong> la primera tienda. Agucé el oído y ahora lo volví a escuchar pero <strong>de</strong>l<br />

lado contrario, a la izquierda <strong>de</strong> la tercera tienda. Lo <strong>que</strong> supuse es <strong>que</strong> sería algún animal y preparé los binoculares con<br />

ganas <strong>de</strong> verlo mejor aprovechando <strong>que</strong> la evanescente luz <strong>de</strong> la madrugada empezaba a iluminarlo todo. Una vez más el<br />

ruido a la <strong>de</strong>recha, luego a la izquierda a los pocos segundos y <strong>una</strong> vez más al centro pero más alejado <strong>de</strong>l campamento<br />

pero <strong>de</strong> mayor intensidad, sin duda eran pisadas. Para colmo alcancé a ver a lo lejos pero a la altura <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong>l<br />

campamento el tronco <strong>de</strong> alg<strong>una</strong> persona <strong>que</strong> se agachó apenas lo <strong>de</strong>scubrí. Mi emoción inicial <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r ser testigo <strong>de</strong> la<br />

actividad al alba <strong>de</strong> algún mamífero silvestre permutó en auténtica preocupación <strong>de</strong> estar siendo ro<strong>de</strong>ados por personas<br />

<strong>de</strong> intenciones <strong>de</strong>sconocidas. De momento lo <strong>que</strong> se me ocurrió era <strong>de</strong>jar ver <strong>que</strong> estaba yo presente, <strong>que</strong> había alguien<br />

<strong>de</strong> guardia en el campamento así <strong>que</strong> dirigiéndome a un lado <strong>de</strong> la fogata empecé a hablar en voz alta como si conversara<br />

con alguien. Tomé el machete acapul<strong>que</strong>ño y ociosamente partí algunos troncos aún fingiendo la conversación en voz alta<br />

y <strong>de</strong>jando ver, por absurdo <strong>que</strong> ahora me parezca, <strong>que</strong> tenía “un arma”. Claro, ellos no saben <strong>que</strong> no soy nada experto<br />

usando el machete, pero en ese momento esa precisión <strong>de</strong> verdad no era importante.<br />

Los troncos y cabezas, con y sin sombrero, <strong>de</strong> personas sobresalían los arbustos y volvían a ocultarse a la izquierda, al<br />

centro y a la <strong>de</strong>recha <strong>de</strong>l campamento, estimé <strong>que</strong> eran al menos <strong>cinco</strong> personas. Pu<strong>de</strong> distinguir <strong>que</strong> uno <strong>de</strong> los hombres,<br />

llevaba en la mano un enorme palo, o al menos eso parecía. Para nada resultaba tranquilizador el absurdo <strong>de</strong> <strong>que</strong> todos<br />

los presentes éramos varones, ¿De qué servía ese pensamiento en ese momento?, no tranquilizaba. La duda <strong>de</strong> si lo <strong>que</strong><br />

cargaba a<strong>que</strong>l hombre era en realidad un palo o más bien un arma por supuesto se coló a la atmósfera psicológica <strong>que</strong><br />

ya había yo fabricado y seguía alimentando asustado. Me asomé a todas las tiendas y con discreción intenté <strong>de</strong>spertar<br />

a todos y digo intenté por<strong>que</strong> algunos no respondieron a mi llamado. Todo pareció suce<strong>de</strong>r muy <strong>de</strong>prisa, eran poco más<br />

<strong>de</strong> las <strong>cinco</strong> y media <strong>de</strong> la mañana y la amenaza, como yo la percibía, estaba ya a unos metros <strong>de</strong> distancia. El cerco se<br />

cerraba, los hombres estaban cada vez más próximos al campamento, entre ellos no hablaban y ahora ya no les importaba<br />

el ruido <strong>que</strong> hacían al caminar. Víctor y Sergio empezaron a <strong>de</strong>samodorrarse y yo seguía avivando el fuego, jugueteando<br />

con el machete y fingiendo la conversación ahora casi a gritos <strong>para</strong> ver si así se <strong>de</strong>spertaban. Cuando apenas Sergio<br />

asomaba la cabeza <strong>de</strong> la tienda, sin más aparecieron como a unos 50 o 60 metros <strong>de</strong> distancia dos hombres a los cuales<br />

se les sumaron dos más unos metros a<strong>de</strong>lante y todavía otra pareja <strong>que</strong> salió <strong>de</strong> entre los árboles y les seguía a corta<br />

distancia, todos caminaban sin prisa pero <strong>de</strong>cididamente hacia el campamento.<br />

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