Relato para mis hijos - Es una colección de cinco documentales que ...

En la fecha acordada (30/04/1992 -noche despejada y sin luna-, de acuerdo al cuaderno de bitácora) nos encontrábamos
en Chunyaxché con César Barrios, coordinador del Programa de Ecoturismo de Amigos de Sian Ka´an. El grupo estaba
integrado por: Fulvio, Zarela, Budd Schulberg , Laurel una reportera free lance que en ocasiones publicaba en Playboy, y otras 3
o 4 reporteras más, a quienes de antemano les pido amplias disculpas por no recordar sus nombres, además del representante
de SECTUR, quien oficialmente supervisaba el viaje y muy en contra de su voluntad había sido “arreado”, desde su escritorio
en la Ciudad de México, hasta lo alto de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, antes de arribar a Sian Ka´an.
Equipamos la lancha en el muelle de la Laguna de Muyil y subimos a nuestros invitados, navegamos hacia la Laguna de
Chunyaxché, pasando por el canal prehispánico; al salir de éste, nos dirigimos inmediatamente hacia el sur a lo largo del
borde de la laguna, rumbo a lo que conocíamos como la “zona de crías”, donde muy pronto localizamos con el reflector
el brillo rojo de los ojos de un cocodrilo a media agua. César acercó la lancha al cocodrilo a baja velocidad y estando
ya cerca, el cocodrilo se hundió. Las transparentes aguas de la Laguna Chunyaxché no resultan ser un buen sitio para
que el cocodrilo pueda esconderse, por lo que al acercarnos nos percatamos que tenía aproximadamente 1.90 metros
de longitud. El cocodrilo empezó a nadar muy lentamente y cerca del fondo, alejándose cautelosamente de nosotros, por
lo que lo seguimos como a 4 o 5 metros de distancia iluminándolo siempre con un potente reflector y con la lámpara de
cabeza. Lo seguimos muy despacio a lo largo de unos 70 metros, durante los cuales el animal se mantuvo muy tranquilo,
hasta que de repente al pasar por encima de un tronco hundido, inexplicablemente subió a media agua y huyó a toda
velocidad. Sólo entonces me percaté que el tronco tenía cabeza de cocodrilo y sin siquiera pensarlo metí al agua el tubo
de aluminio con el lazo de acero y en el primer intento lacé por el cuello a un gran cocodrilo que no se había dado cuenta
de lo que sucedía (aproximadamente a las 9:00 pm, de acuerdo a la bitácora).
Una vez capturado el animal, observé que se trataba de un inmenso ejemplar de cocodrilo de pantano (Crocodylus
moreletti) y cuando sacó la cabeza del agua me percaté que las membranas que utilizaba para ver bajo el agua se
encontraban totalmente opacas, además de que por un lado de su hocico arrastraba una gruesa cuerda de “nylon” verde,
lo que obviamente significaba que se trataba de todo un veterano. Los C. moreletti generalmente son mucho más
inquietos que los C. acutus (o cocodrilos de río) a la hora de que son capturados, pero al acercar al cocodrilo a la lancha
me di cuenta que el asunto no iba a ser nada fácil. Inmediatamente el cocodrilo se dio a la tarea de golpear la lancha
con el cuerpo, revolcarse y brincar fuera del agua para morder y defenderse de su inmenso atacante. Esto provocó que
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