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<strong>Diario</strong> <strong>Ana</strong> <strong>Frank</strong><br />
-¡Hay que escon<strong>de</strong>r la radio! -suspiró la señora.<br />
-¡Sí, en el horno...! -le contestó el señor-. Si nos encuentran a nosotros, ¡que también<br />
encuentren la radio!<br />
--¡Entonces también encontrarán el diario <strong>de</strong> <strong>Ana</strong>! -se inmiscuyó papá.<br />
-¡Pues quemadlo! -sugirió la más miedosa <strong>de</strong> todos.<br />
En ese momento la Policía se puso a traquetear en la puerta-armario; fueron los momentos en<br />
que me dio más miedo; ¡mi diario no, a mi diario sólo lo quemarán conmigo! Pero papá ya no contestó,<br />
por suerte.<br />
No tiene ningún sentido que te cite todas las conversaciones que recuerdo. Dijimos un montón<br />
<strong>de</strong> cosas, y yo estuve tranquilizando a la señora, que estaba muerta <strong>de</strong> miedo. Hablamos <strong>de</strong> huir y <strong>de</strong><br />
interrogatorios <strong>de</strong> la Gestapo, <strong>de</strong> llamar por teléfono y <strong>de</strong> tener valor.<br />
-Ahora tendremos que comportarnos como soldados, señora. Si per<strong>de</strong>mos la vida, que sea por<br />
la Reina y por la Patria, por la libertad, la verdad y la justicia, como suele <strong>de</strong>cir Radio Orange. Lo<br />
único terrible es que junto con nosotros sumimos en la <strong>de</strong>sgracia a todos los otros.<br />
Después <strong>de</strong> una hora, el señor Van Daan se volvió a cambiar con su mujer, y papá vino a estar<br />
conmigo. Los hombres fumaban sin parar; <strong>de</strong> vez en cuando un profundo suspiro, luego alguien que<br />
hacía pis, ¡y otra vez vuelta a empezar!<br />
Las cuatro, las cinco, las cinco y media. Ahora me senté a escuchar junto a Peter, uno pegado<br />
al otro, tan pegados, que cada uno sentía los escalofríos en el cuerpo <strong>de</strong>l otro; nos dijimos alguna que<br />
otra palabra y aguzamos los oídos. Dentro quitaban los paneles <strong>de</strong> oscurecimiento y apuntaban los<br />
puntos que querían contarle a Kleiman por teléfono.<br />
Y es que a las siete querían llamar por teléfono a Kleiman y hacer venir a alguien. Existía el<br />
riesgo <strong>de</strong> que el guardia que estaba <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> la puerta o en el almacén oyera el teléfono, pero era<br />
mayor el riesgo <strong>de</strong> que volviera la Policía.<br />
Aunque inserto aquí la hoja con la memoria <strong>de</strong> lo ocurrido, lo pasaré a limpio para mayor<br />
claridad.<br />
Han entrado ladrones: inspección <strong>de</strong> la Policía, llegan hasta puerta giratoria, pero no pasan.<br />
Ladrones, al parecer interrumpidos, forzaron puerta <strong>de</strong>l almacén y huyeron por jardín. Entrada<br />
principal con cerrojo, Kugler forzosamente tiene que haber salido por segunda puerta.<br />
Máquinas <strong>de</strong> escribir y <strong>de</strong> calcular seguras en caja negra <strong>de</strong> <strong>de</strong>spacho ppal.<br />
También colada <strong>de</strong> Miep o Bep en tina en la cocina.<br />
Sólo Bep o Kugler tienen llave <strong>de</strong> segunda puerta; cerradura quizá estropeada.<br />
Intentar avisar a Jan para buscar llave y echar vistazo a oficina; también dar comida al gato.<br />
Por lo <strong>de</strong>más, todo salió a pedir <strong>de</strong> boca. Llamaron a Kleiman, se quitaron los palos, pusieron<br />
la máquina <strong>de</strong> escribir en la caja fuerte. Luego nos sentamos alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mesa a esperar ajan o a<br />
la Policía.<br />
Peter se había dormido, el señor Van Daan y yo estábamos tumbados en el suelo, cuando<br />
abajo oímos pasos firmes. Me levanté sin hacer ruido.<br />
-¡Ése <strong>de</strong>be ser Jan!<br />
-¡No, no, es la Policía! -dijeron todos los <strong>de</strong>más.<br />
Llamaron a nuestra puerta-armario, Miep silbó. Para la señora Van Daan fue <strong>de</strong>masiado:<br />
blanca como el papel, se quedó medio traspuesta en su sillón, y si la tensión hubiera durado un<br />
minuto más, se habría <strong>de</strong>smayado.<br />
Cuando entraron Jan y Miep, la habitación ofrecía un espectáculo maravilloso; la sola mesa<br />
merecía que le sacaran una foto: un ejemplar <strong>de</strong> Cinema & Theater lleno <strong>de</strong> mermelada y pectina<br />
contra la diarrea estaba abierta en una página con fotos <strong>de</strong> bailarinas, dos potes <strong>de</strong> mermelada,<br />
medio bollo por un lado y un cuarto <strong>de</strong> bollo por otro, pectina, espejo, peine, cerillas, ceniza, cigarrillos,<br />
tabaco, cenicero, libros, unas bragas, linterna, peineta <strong>de</strong> la señora, papel higiénico, etc.<br />
Recibimos ajan y Miep con gritos <strong>de</strong> júbilo y lágrimas, naturalmente. Jan tapó con ma<strong>de</strong>ra<br />
blanca el hueco <strong>de</strong> la puerta y al poco tiempo salió <strong>de</strong> nuevo con Miep para dar cuenta <strong>de</strong>l robo a la<br />
Policía. Debajo <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong>l almacén, Miep había encontrado una nota <strong>de</strong> Sleegers, el sereno,<br />
que había <strong>de</strong>scubierto el hueco y avisado a la Policía. También a él pasarían a verlo.<br />
Teníamos entonces media hora para arreglarnos. Nunca antes vi producirse tantos cambios en<br />
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