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<strong>Diario</strong> <strong>Ana</strong> <strong>Frank</strong><br />
Martes, 15 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1944<br />
El nimio asunto con Dussel trajo cola, y todo por culpa suya. El lunes por la mañana, Dussel se<br />
acercó a mamá con aire triunfal y le contó que, esa misma mañana, Peter le había preguntado si<br />
había dormido bien esa noche, y había agregado que lamentaba lo ocurrido el domingo por la noche<br />
y que lo <strong>de</strong>l exabrupto no había ido tan en serio. Entonces Dussel había tranquilizado a Peter,<br />
asegurándole que él tampoco se lo había tomado tan a mal. Todo parecía acabar ahí. Mamá me vino<br />
a mí con el cuento y yo, en secreto, me quedé muy sorprendida <strong>de</strong> que Peter, que estaba tan<br />
enfadado con Dussel, se hubiera rebajado <strong>de</strong> esa manera a pesar <strong>de</strong> todas sus afirmaciones.<br />
No pu<strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> tantear a Peter al respecto, y por él me enteré en seguida <strong>de</strong> que Dussel<br />
había mentido. ¡Tendrías que haber visto la cara <strong>de</strong> Peter, era digna <strong>de</strong> fotografiar! En su cara se<br />
alternaban claramente la indignación por la mentira, la rabia, las veces que me había consultado<br />
sobre lo que <strong>de</strong>bía hacer, la intranquilidad y muchas cosas más.<br />
Por la noche, el señor Van Daan y Peter echaron una reprimenda a Dussel, pero no <strong>de</strong>be<br />
haber sido tan terrible, porque hoy Peter se sometió a tratamiento «<strong>de</strong>ntístico».<br />
En realidad, hubieran preferido no dirigirse la palabra.<br />
Tu <strong>Ana</strong><br />
Miércoles, 16 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1944<br />
Peter y yo no nos hablamos en todo el día, salvo algunas palabras sin importancia. Hacía<br />
<strong>de</strong>masiado frío para subir al <strong>de</strong>sván, y a<strong>de</strong>más era el cumpleaños <strong>de</strong> Margot. A las doce y media bajó<br />
a mirar los regalos y se quedó charlando mucho más tiempo <strong>de</strong> lo estrictamente necesario, lo que en<br />
otras circunstancias nunca hubiera hecho. Pero por la tar<strong>de</strong> llegó la oportunidad. Como yo quería<br />
agasajarla, aunque sólo fuera una vez al año, fui a buscar el café y luego las patatas. Tuve que entrar<br />
en la habitación <strong>de</strong> Peter, él en seguida quitó sus papeles <strong>de</strong> la escalera y yo le pregunté si <strong>de</strong>bía<br />
cerrar la trampilla.<br />
-Sí, ciérrala -me dijo-. Cuando vuelvas, da unos golpecitos para que te abra.<br />
Le di las gracias, subí al <strong>de</strong>sván y estuve como diez minutos escogiendo las patatas más<br />
pequeñas <strong>de</strong>l tonel. Entonces me empezó a doler la espalda y me entró frío. Por supuesto que no<br />
llamé, sino que abrí yo misma la trampilla, pero Peter se acercó muy servicial, me tendió la mano y<br />
me cogió la olla.<br />
-He buscado un buen rato, pero no las he encontrado más pequeñas que éstas.<br />
-¿Has mirado en el tonel?<br />
-Sí, lo he revuelto todo <strong>de</strong> arriba abajo.<br />
Entretanto, yo ya había llegado al pie <strong>de</strong> la escalera y él estaba examinando <strong>de</strong>tenidamente el<br />
contenido <strong>de</strong> la olla que aún tenía en sus manos.<br />
-¡Pero si están muy bien! -dijo.<br />
Y cuando cogí nuevamente la olla, añadió: -¡Enhorabuena!<br />
Al <strong>de</strong>cirlo, me miró <strong>de</strong> una manera tan cálida y tierna, que también a mí me dio una sensación<br />
muy cálida y tierna por <strong>de</strong>ntro. Se notaba que me quería hacer un cumplido, y como no era capaz <strong>de</strong><br />
hacer gran<strong>de</strong>s alabanzas, lo hizo con la mirada. Lo entendí muy bien y le estuve muy agra<strong>de</strong>cida.<br />
¡Aún ahora me pongo contenta cuando me acuerdo <strong>de</strong> esas palabras y <strong>de</strong> esa mirada!<br />
Cuando llegué abajo, mamá dijo que había que subir a buscar más patatas, esta vez para la<br />
cena. Me ofrecí gustosamente a subir<br />
otra vez al <strong>de</strong>sván. Cuando entré en la habitación <strong>de</strong> Peter, le pedí disculpas por tener que<br />
volver a molestarle. Se levantó, se puso entre la escalera y la pared, me cogió <strong>de</strong>l brazo cuando yo ya<br />
estaba subiendo la escalera, e insistió en que no siguiera.<br />
-Iré yo, tengo que subir <strong>de</strong> todos modos -dijo.<br />
Pero le respondí que <strong>de</strong> veras no hacía falta y que esta vez no tenía que buscar patatas<br />
pequeñas. Se convenció y me soltó el brazo. En el camino <strong>de</strong> regreso, me abrió la trampilla y me<br />
volvió a coger la olla. Junto a la puerta le pregunté:<br />
-¿Qué estás haciendo?<br />
-Estudiando francés -fue su respuesta.<br />
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