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<strong>Diario</strong> <strong>Ana</strong> <strong>Frank</strong><br />
reproches a los médicos, que al fin y al cabo también ellos sólo tienen dos manos, y en los tiempos<br />
que corren los pacientes abundan y los médicos escasean.<br />
De todos modos, a todos nos hizo mucha gracia cuando Jan reprodujo la conversación<br />
telefónica. Me imagino cómo será la consulta <strong>de</strong> un médico hoy día. Ya no <strong>de</strong>sprecian a los enfermos<br />
<strong>de</strong>l seguro, sino a los que no pa<strong>de</strong>cen nada, y piensan: «¿Y usted qué es lo que viene a hacer aquí?<br />
¡A la cola, que primero se atien<strong>de</strong> a los enfermos <strong>de</strong> verdad!»<br />
Tu <strong>Ana</strong><br />
Jueves, 16 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1944<br />
Querida Kitty:<br />
Hace un tiempo maravilloso, in<strong>de</strong>scriptiblemente hermoso. Pronto podré ir al <strong>de</strong>sván.<br />
Ahora ya sé por qué estoy siempre mucho más intranquila que Peter. El tiene una habitación<br />
propia don<strong>de</strong> trabajar, soñar, pensar y dormir. A mí me empujan <strong>de</strong> un rincón a otro <strong>de</strong> la casa. No<br />
estoy nunca sola en mi habitación compartida, lo que sin embargo <strong>de</strong>searía tanto. Ese es<br />
precisamente el motivo por el que huyo al <strong>de</strong>sván. Sólo allí y contigo puedo ser yo misma, aunque<br />
sólo sea un momento. Pero no quisiera darte la lata hablándote <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>seos; al contrario, ¡quiero<br />
ser valiente!<br />
Abajo por suerte no se dan cuenta <strong>de</strong> lo _que siento por <strong>de</strong>ntro, salvo que cada día estoy más<br />
fría y <strong>de</strong>spreciativa con respecto a mamá, le hago menos mimos a papá y tampoco le suelto nada a<br />
Margot: estoy herméticamente cerrada. Ante todo <strong>de</strong>bo seguir mostrándome segura <strong>de</strong> mí misma por<br />
fuera, nadie <strong>de</strong>be saber que <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí se sigue librando una batalla: una batalla entre mis <strong>de</strong>seos<br />
y la razón. Hasta ahora ha triunfado siempre esta última, pero a la larga ¿no resultarán más fuertes<br />
los primeros? A veces me temo que sí, y a menudo lo <strong>de</strong>seo.<br />
¡Ay!, es tan terriblemente difícil no soltar nunca nada <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Peter, pero sé que es él quien<br />
tiene que tomar la iniciativa. ¡Es tan difícil <strong>de</strong>shacer <strong>de</strong> día todas las conversaciones y todos los actos<br />
que me han ocurrido <strong>de</strong> noche en sueños! Sí, Kitty, <strong>Ana</strong> es una chica muy loca, pero es que los<br />
tiempos que me han tocado vivir también lo son, y las circunstancias lo son más aún.<br />
Me parece que lo mejor <strong>de</strong> todo es que lo que pienso y siento, al menos lo puedo apuntar; si<br />
no, me asfixiaría completamente. ¿Qué pensará Peter <strong>de</strong> todas estas cosas? Una y otra vez pienso<br />
que algún día podré hablar con él al respecto. Algo tiene que haber adivinado en mí, porque la <strong>Ana</strong><br />
<strong>de</strong> fuera que ha conocido hasta ahora, no le pue<strong>de</strong> gustar. ¿Cómo pue<strong>de</strong> ser que él, que ama tanto la<br />
paz y la tranquilidad, tenga simpatía por mi bullicio y alboroto? ¿Será el primero y único en el mundo<br />
que ha mirado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> mi máscara <strong>de</strong> hormigón? ¿Irá él a parar allí <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco? ¿No<br />
hay un viejo refrán que dice que el amor a menudo viene <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la compasión, y que los dos van<br />
<strong>de</strong> la mano? ¿No es ése también mi caso? Porque siento la misma compasión por él que la que a<br />
menudo siento por mí misma.<br />
No sé, realmente no sé <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> sacar las primeras palabras, ni <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> habría <strong>de</strong> sacarlas<br />
él, que le cuesta mucho más hablar. ¡Ojalá pudiera escribirle, así al menos sabría que él sabe lo que<br />
yo le quisiera <strong>de</strong>cir, porque es tan difícil <strong>de</strong>cirlo con palabras!<br />
Tu <strong>Ana</strong> M. <strong>Frank</strong><br />
Viernes, 17 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1944<br />
Queridísima Kitty:<br />
Finalmente todo ha terminado bien, porque el catarro <strong>de</strong> Bep no se ha convertido en gripe, sino<br />
tan sólo en afonía, y el señor Kugler se ha librado <strong>de</strong> los trabajos forzados gracias al certificado<br />
médico. La Casa <strong>de</strong> atrás respira aliviada. Aquí todo sigue bien, salvo que Margot y yo nos estamos<br />
cansando un poco <strong>de</strong> nuestros padres.<br />
No me interpretes mal, sigo queriendo a papá y Margot sigue queriendo a papá y a mamá, pero<br />
cuando tienes la edad que tenemos nosotras, te apetece <strong>de</strong>cidir un poco por ti misma, quieres<br />
soltarte un poco <strong>de</strong> la mano <strong>de</strong> tus padres. Cuando voy arriba, me preguntan adón<strong>de</strong> voy; sal no me<br />
<strong>de</strong>jan comer; a las ocho y cuarto <strong>de</strong> la noche, mamá me pregunta in<strong>de</strong>fectiblemente si no es hora <strong>de</strong><br />
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