Letra - Biblioteca Digital - Universidad Católica Argentina
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Entre los capítulos XII y XIV se produce la falla de construcción más<br />
notable: cuando debió retomar el cabo apuntado con el comienzo in medias<br />
res del primer capítulo lo olvida y sigue despreocupadamente adelante. Sólo<br />
dos cuadros conservan sus condiciones de pintura de espacio: la fiesta de bodas<br />
en el palacio Montifiori y el baile de los Tenorios. El primero, elaborado casi<br />
como catálogo de objetos, es deslucido así intencionalmente para sugerir en<br />
la multiplicidad de obras y calidades el dudoso gusto de la gente pudiente 11.<br />
"Entre las telas, algunos bajorrelieves en bronce; y sobre los muebles,<br />
piezas de todas clases, bronces antiguos y modernos; terracotas de Carpeaux,<br />
Chapu y bustos de Cordier, de Monteverde y de Dupré; un sinnúmero de reducciones<br />
de Barbedienne; vasos, ánforas y objetos menores sobre tapices<br />
orientales..." 12.<br />
Y el baile de los Tenorios, parodia de los bailes de sociedad por parte de<br />
los servidores como intencionado juego de espejos deformantes:<br />
"Las cuadrillas se bailan, con una seriedad rígida, casi británica... la<br />
mazurka era de un remeneo de ancas de dudosa moderación... En medio de<br />
aquellos variados modos de bailar, se notaba en aquel salón, donde había una.<br />
absoluta proscripción del perfil griego, una suma tendencia al tono y a la elegancia.<br />
Los «tenorios» se llaman como sus amos; se dan su nombre y apellido;<br />
usan su papel timbrado, se ponen sus fracs, sus guantes, sus corbatas y sus<br />
camisas; la única nota discordante es el pie, el pie de un Tenorio es algo melancólico:<br />
un pedicuro con cierta talento dramático podría escribir una tragedia..."<br />
13<br />
Desde el XVI limita los capítulos a una extensión promedio de dos páginas,<br />
acelera el ritmo narrativo y precipita la catástrofe con tonos melodramáticos.<br />
Atribuida por la crítica esta "caída" a premuras periodísticas, es necesario<br />
marcar el desnivel que malogra la factura y convierte la obra en una realización<br />
lograda a medias.<br />
EL NARRADOR Y LOS PERSONAJES<br />
La novela realista ha utilizado por lo general la convención del relato en<br />
tercera persona con narrador omnisciente u olímpico; de esta manera el autor<br />
se reservaba una privilegiada postura para organizar el mundo representado y<br />
juzgar hechos y personajes desde una perspectiva infalible.<br />
Pero en este caso el autor delega la voz en un "narrador protagonista" y<br />
en forma de relato autobiográfico de herencia romántica. Tal elección conduce<br />
por una parte a la falta de profundización en la psicología de los personajes<br />
y por otra a enfatizar dramáticamente los sucesos a través de las resonancias<br />
subjetivas del narrador delegado.<br />
El protagonista que, por su condición de tal, podría moverse con una vida<br />
más compleja resulta sin embargo un simple personaje testigo, quien presencia<br />
11 Esta larga lista de objetos, es muestra válida que explicará el inmediato éxito del<br />
modernismo en su aspecto preciosista. El gusto por los "sueños de museo" se hace presente<br />
en la generación del 80.<br />
12 Ibidem. Cap. XIV, p. 169.<br />
13 Ibidem. Cap. XVIII, pp. 198/199.<br />
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