Letra - Biblioteca Digital - Universidad Católica Argentina
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divina. En el texto del Duelo, mencionará también los Evangelios de San<br />
Mateo y de San Juan. 12<br />
Las estrofas de versos alejandrinos monorrimos —encuadre natural de esta<br />
composición—, adquieran un fuerte y sorprendente tono autobiográfico cuando<br />
la Virgen ante los ruegos de San Bernardo accede a relatar los padecimientos<br />
sufridos durante la Pasión:<br />
Yo mesquina estava catando mi Fijuelo,<br />
batiendo miés massiellas, rastrando por el suelo,<br />
(c. 28 ab)<br />
Su inmensa ternura de madre se expresa contenidamente en el lamento<br />
por la suerte de Jesús, con el uso del diminutivo afectivo precedido del posesivo<br />
—"mi Fijuelo"— y tras esa pausa emotiva, parece desencadenarse la exposición<br />
más acabada del dolor humano:<br />
yo pidía la muerte, non me qerié venir;<br />
yo a todo mi grado non qería bebir,<br />
mas non qerié mi ruego Domni Dios recibir.<br />
(c. 26 bcd)<br />
Como madre natural de Jesús, María se lamenta, llora, interpela a los<br />
enemigos de su Hijo intentando explicarles su inocencia, moverlos de alguna<br />
manera a compasión:<br />
Fuí en pos los lobos qe al Pastor levaban,<br />
reptándolos afirmes porqe a mí desavan;<br />
Dicía a los moros: "Gentes, fe qe devedes,<br />
matat a mí primero qe a Christo matedes;<br />
(c. 19 ab)<br />
(c. 56 ab)<br />
Ante la terca ingratitud de los enemigos del Señor —judíos equiparables a<br />
moros en la mente de Berceo—, el autor pone de relieve los aspectos más sensible<br />
del dolor de la Virgen creando un climax de tensión, de dramatismo,<br />
que rememora lo que debieron ser las representaciones de los planetas de la<br />
Pasión en los monasterios medievales.<br />
La tarea de salvación del género humano de las consecuencias del pecado<br />
original, encontró en María la más eficaz artífice desde el comienzo de los<br />
siglos. En el texto berceano, su Hijo debe recordarle su especial misión. Con<br />
extrema delicadeza y cuidado la instruye nuevamente, la persuade por última<br />
vez en medio del dolor —con la espada atravesada en su alma, según lo predijo<br />
Simeón—, con piedad filial y clarividencia divina, la convence de la necesidad<br />
de su colaboración en esa hora decisiva:<br />
12 sobre las fuentes de la obra berceana, cf. BR1AN DurroN, introducción a su edición<br />
de El Duelo de la Virgen; y GERMÁN ~UNA, "La estructura del Duelo de la Virgen' y la<br />
"Cantica Eya Velar", en lit/manitas, 10 (1958), pp. 75-104.<br />
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