Letra - Biblioteca Digital - Universidad Católica Argentina
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an durante meses enteros, quién sabe si aún durante años enteros, para comprarse<br />
una alfombrita para los pies de la cama, quisieran poder repetir, con los<br />
ojos afables y el gesto como resignado, las sabias palabras de don Antonio...".<br />
El viajero va con una actitud abierta hacia la realidad. No quiere forzarla,<br />
va hacia ella amable y cordial: que la realidad, que la gente se le presenten tal<br />
cual son. Sale al camino separándose de lo malo que le haya dado la ciudad.<br />
Así la Alcarria se manifestará por sí misma, a través de su gente y de su paisaje.<br />
EL VIAJERO Y LA GENTE<br />
Muchos son los personajes que se cruzan con el viajero. Este los dej<br />
actuar y hablar, los acepta tal cual son, llegando en muchos casos a trabar<br />
amistad con ellos. Pero a la largo de la obra observamos que el viajero tiene<br />
preferencia por un cierto grupo de hombres: los niños, los mendigos, los ancianos<br />
y los tontos.<br />
Estos personajes comparten con él su soledad, su andar por los caminos,<br />
su apartamiento de la sociedad. Son seres sin complicaciones, sencillos, solitarios,<br />
prácticamente inútiles. Ellos se crean su propio mundo y son los mejores<br />
representantes del estado que Paul Ilie denomina primitivismo: síntesis de<br />
simplicidad y libertad "disponible en todo momento sin consideración a las<br />
obligaciones de la civilización".<br />
Los NIÑOS<br />
El viajero muestra hacia los niños una ternura especial. Estos niños representan<br />
la ingenuidad, la inocencia, la libertad con respecto al mundo de los<br />
adultos, el desarraigo de una sociedad.<br />
"El niño, que mira receloso como un perro castigado, tampoco sabe hasta<br />
qué punto el viajero siente una ternura infinita hacia los niños abandonados,<br />
hacia los niños nómadas, que, rompiendo ya el día, hurgan con un palito en<br />
los frescos, en los tibios, en los aromáticos montones de basura".<br />
El viajero se encuentra representado, quizás, en cada uno de estos niños;<br />
quisiera parecerse un poco más a ellos.<br />
"De vuelta al café, el viajero compra los periódicos a un niño pequeño,<br />
listo como un ratón de sacristía.<br />
—¿Cuántos años tienes?<br />
—Tengo cinco y medio.<br />
—¿Cómo te llamas?<br />
—Paco, para servir a Dios y a Usted.<br />
—¿Vendes muchos periódicos?<br />
—Sí, señor; todos. A las doce ya he vendido siempre todos. El año pasado,<br />
¿sabe usted?, no ¡Cómo era más pequeño y corría menos!".<br />
El episodio que reúne todas las características antes mencionadas: ingenuidad,<br />
inocencia, ternura, picardía, y también compañerismo y amistad de<br />
parte del viajero, es el episodio del "niño de los hectómetros".<br />
"Un niño pelirrojo, con cara llena de pecas, advierte al viajero:<br />
—Es sorda.<br />
—Ya lo veo, hijo.<br />
El niño sonríe.<br />
—¿Va usted a Zaragoza de promesa?<br />
—ó