Letra - Biblioteca Digital - Universidad Católica Argentina
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Llevada de engañoso pensamiento<br />
y de esperanza burladora y ciega,<br />
tropezará en el mismo monumento.<br />
Como el que, divertido, el mar navega,<br />
y, sin moverse, vuela con el viento,<br />
y antes que piense en acercarse, llega.<br />
El primer verso es una especie de resumen aforístico del contenido de<br />
toda la obra, contenido que se irá desarrollando y concretando en el decurso<br />
del soneto, pero que ya está implícito en este verso, con toda su carga<br />
de valor universal adjudicada a la aserción, que en su propio carácter sintáctico<br />
(formulado con sujeto y predicativo en infinitivos) demuestra su condición<br />
gnómica. "Vivir es caminar breve jornada" nos dice Quevedo, centrando<br />
el contenido semántico en los dos infinitivos y en el adjetivo, contrariando<br />
la condición sustantivo-verbal del discurso lógico, para poner de manifiesto<br />
la inacción, la intemporalidad, la pura esencia (el "es", único verbo<br />
conjugado) de la definición: todo el soneto es la exaltación 'del "vivir-caminar-breve",<br />
aunque ya veremos los matices que adquiere. A continuación,<br />
y coordinado por un "y" que ubica la expresión en un mismo nivel sintáctico<br />
con la frase anterior, pero que semánticamente depende, o más bien, es<br />
consecuencia y demostración de lo anterior, se plantea la antinomia que es<br />
cuerpo del soneto: vida-muerte. Los tres sustantivos que componen este verso<br />
centran la cuestión: como primera y última palabra, muerte por un lado, vida<br />
en el otro extremo; en el centro, en vocativo, y flanqueado por los dos adjetivos<br />
que caracterizan a cada uno de los términos anteriores, Lico, el interlocutor<br />
en segunda persona, que en realidad esconde al propio poeta, a la<br />
primera persona gramatical. La vida, la muerte y el poeta, éste en el centro<br />
del verso comandando arquitectónicamente los otros dos términos, plantean<br />
la problemática y requieren el nexo que organice, a pesar de que sintácticamente<br />
muerte y vida están identificadas ontológicamente. En esta identificación<br />
ontológica es de capital importancia distinguir sujeto y predicativo<br />
para precisar quién "es" y qué "es". Por la posición y por el sentido acotado<br />
en los adjetivos puede considerarse al término muerte como sujeto de esta<br />
expresión: la muerte es, y de todos los tipos posibles de muerte, la muerte<br />
viva ( contraste muy del gusto barroco) es nuestra vida. La vida es simplemente<br />
una parte de la muerte, y ésta se yerge omniabarcante como lo<br />
verdaderamente existente. Y esta vida, cuyo ser consiste en una parte de la<br />
muerte, se manifiesta en la temporalidad. Por tanto, los dos versos siguientes,<br />
donde la vida es el sujeto, se abrirán con sendas indicaciones temporales:<br />
"ayer.../cada instante..." Y a las indicaciones temporales, en ambos<br />
versos siguen las indicaciones espaciales: "al frágil cuerpo.../en el cuerpo..."<br />
El lugar en que la vida actúa es el mismo: el cuerpo; el tiempo varía<br />
(antes/continuamente) según sea la acción realizada por la vida: cuando<br />
es en el "frágil cuerpo amanecida" (y en este término "amanecida" parece<br />
Quevedo jugar con la semántica del latín maneo más que con el etimológicamente<br />
correcto mane: amanecer es más "comenzar a permanecer", que<br />
"hacerse de mañana") la acción fue realizada en el pretérito: ayer la vida<br />
comenzó a permanecer en el frágil cuerpo; pero cuando la vida es sepultada<br />
(y aquí lo que amanece es la muerte) el tiempo es "cada instante",<br />
o sea, siempre. La vida tiene un poco de autonomía ontológica cuando deja<br />
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