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Letra - Biblioteca Digital - Universidad Católica Argentina

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"Un viejo come sardinas ahumadas y un trozó de pan. Está sentado al pie<br />

de una columna con un burro al lado... El viejo levanta la cabeza al ver<br />

ipasár al viajero. El viajero le saluda.<br />

—Buenas tardes.<br />

—Nos las dé Dios.<br />

El viejo tiene el pelo blanco y los ojos azules y brilladores. Va derrotado,<br />

con las carnes pobres y escasamente cubiertas, pero sin aire de mendigo.<br />

viajero "piensa en estos pobres que no van caracterizados de mendigos, en estos<br />

pobres de los que podría decirse que todos son altos señores caídos, orgullosos<br />

y resignados como héroes en desgracia.<br />

• • •<br />

El viajero siente curiosidad ante el viejo del burro. El viajero no está<br />

acostumbrado a los mendigos de ojos azules y vieja cabalgadura, a los errabundos<br />

mendigos que andan de un lado para otro, sin cansarse jamás, y que<br />

hoy comen sardinas ahumadas en Brihuela; ayer, a lo mejor, ayunaron en un<br />

robledal o se almorzaron con cecina o sopas de ajo de Villaviosa o en Valdesaz,<br />

y que mañana, como los pájaros del cielo, confían en que Dios proveerá."<br />

Ya en el segundo encuentro, habiendo intercambiado sólo unas palabras<br />

—las necesarias— y compartiendo un cigarro, se consideran amigos.<br />

"Los dos amigos echan un trago de la cantimplora, y se levantan. El burro<br />

Gorrión lleva la mochila del viajero. Caminan hasta la noche, poco ya, comen<br />

un bocado y buscan, con las últimas temblonas luces de la tarde, un sitio para<br />

dormir.<br />

Sobre la yerba, al pie de las tapias de adobe de una harinera —la manta<br />

gris del algodón del viajero, debajo, la gruesa manta de lana a cuadros del<br />

viejo, por encima— los amigos se echan boca arriba, hombro con hombro,<br />

con la boina puesta y las cabezas reclinadas sobre el morral y la alforja. El viejo<br />

tiene un olor que alimenta, un olor tibio, pastoso, que hace propicio el sueño...<br />

Los amigos comen, mientras marchan, un bocado de pan y de chorizo.<br />

El viajero va en silencio, oyendo al viejo, que canta, en voz baja, un aire alegre<br />

y 'despreocupado que empezaba: Mozas de Torrebeleña, mozas de Fuencemillán...".<br />

Por un momento parece que el viajero dejará de ser el sujeto de las acciones,<br />

ya no es uno, son dos: "Los dos amigos echan un trago de la cantimplora",<br />

"Los dos amigos comen", "Los dos amigos llevan andando...", "Los<br />

amigos... hacen un alto".<br />

En D►urón, el viajero se encuentra con otro viejo pobre e inútil.<br />

"Un viejo medio desdentado, con gafas, boina y cayado, con barba de<br />

seis días y la chaqueta, a la torera, habla con el viajero.<br />

—Yo estuve en Madrid el año que acabó la guerra; fui a operarme unas<br />

cataratas. Me acompañó mi hijo Paco, yo no me podía valer. Ahora está en<br />

el campo; si usted se aguarda un poco lo podrá conocer; ya no creo que tarde.<br />

Yo ya no voy al campo, ya no valgo; estuve yendo más de cuarenta años, sin<br />

dejar un día, hasta que me rendí.<br />

El viejo sonríe.<br />

—El tiempo acaba con todo, ya ve usted. Cuando me quedé inútil, mi hijo<br />

Paco andaba por los doce años aún no cumplidos...".<br />

—.9—

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