Letra - Biblioteca Digital - Universidad Católica Argentina
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autor, Chejov. No faltaron entre ellos autores contestatarios, como Dobroljubov,<br />
Pisarev, etc.<br />
De sus padres, F. M. Dostoievski conserva un buen recuerdo, no obstante<br />
las exageraciones con que los distintos biógrafos psicologizantes pintaron<br />
a su progenitor. Era éste una persona instruida, con ideas humanísticas y un gran<br />
amor hacia su mujer y sus hijos. Nunca aplicó a éstos el castigo físico, cosa<br />
común en la Rusia de aquel tiempo. En sus años póstumos sus sentimientos<br />
se deterioraron, y llegaron en ciertas ocasiones a lo patológico. Finalmente,<br />
odiado y odioso, fue asesinado, según parece, por los campesinos-siervos de la<br />
gleba de su propiedad. De la madre, muerta joven, el autor conservó siempre<br />
afectuosa memoria. "He nacido en una devota familia rusa; todos mis recuerdos<br />
están unidos a la esfera de amor que configuraban mis padres. En<br />
la rrAs tierna infancia todos nosotros conocíamos el Evangelio. A los diez años'<br />
yo ya estaba familiarizado con todos los acontecimientos de la cultura rusa<br />
según el texto de Karamzin: mi padre nos lo leía por las noches... Cualquier<br />
visita al Kremlin o a alguna de las iglesias de Moscú era para mí una fies-<br />
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Así se familiarizó nuestro autor, ya desde su niñez, con el Evangelio, con<br />
la oración, con la liturgia ortodoxa. Sus recuerdos los pone en boca del "staretz"<br />
Zosima, quien cuenta sus visitas a las iglesias durante su lejana infancia,<br />
sus lecturas de Historia. Sagrada, la asistencia a diversos servicios litúrgicos,<br />
etc. La piedad popular siempre impresionó bien a Dostoievski. En cierta<br />
ocasión siendo niño, paseaba por el bosque, cuando oyó el grito de "¡viene<br />
el loba!"; corrió aterrado, y en un claro encontró a un campesino que estaba<br />
arando. Este persignó al chico asustado y le dijo: "Cristo está contigo, nunca<br />
te dejaré al lobo". Siempre vivió convencido de que el pueblo ruso "nunca<br />
lo dejará al lobo".<br />
Su primer maestro de letras fue un diácono ortodoxo. La instrucción fue<br />
como era habitual durante siglos: catecismo, salterio, liturgia, Historia Sagrada,<br />
y por último, literatura profana.<br />
El período de su adolescencia y juventud fue más bien espiritualmente<br />
tenebroso. Talento genial, dotado de una sensibilidad e intuición muy superiores<br />
a lo común (la intuición en general es muy fuerte en los eslavos), vivió<br />
los acontecimientos habituales de la vida con un dramatismo terrible. Es<br />
propio de los espíritus superiores vivir tanto los hechos gozosos como los dolorosos<br />
con sentimientos muy profundos. Los distintos protagonistas de las novelas<br />
dostoievskianas nos patentizan este extremo dramatismo. Finalmente su<br />
juventud concluye con la experiencia tremenda de la espera de la ejecución<br />
capital y luego de su vida como presidiario en Semipalatinsk, en Siberia. En<br />
el camino hacia el lugar de la condena interviene la piedad popular y evangélica:<br />
al ponerse en marcha la columna de los condenados, una mujer del<br />
pueblo, como una nueva Verónica, se acerca para dar una limosna a Fedor<br />
Mihailovic y le regala un ejemplar de los Evangelios, único libro permitido<br />
en las cárceles rusas de ese tiempo. Esta ha sido su lectura constante durante<br />
los años de la desgracia; lo conservó y releyó durante toda su vda. Es archiconocido<br />
su final: declarada la embolia pulmonar, pide a su mujer Ana Crigorievna<br />
que abra el libro al azar y lea; ella abre y lee el cap. VII de S.<br />
Juan, donde el Bautista dice que es necesario que Jesús aumente y él disminuya;<br />
oído esto, el moribundo hacer llamar al sacerdote para que le ad-<br />
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