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Vol 3. Nº 1. 2003 - Asociación Española de Neuropsiquiatría

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Ulisses, Greta y otras vidas 63pepsi-cola en la puerta <strong>de</strong> la institución comoen la posición liminal <strong>de</strong> Greta, siempre enun perenne estado <strong>de</strong> transito hacia un nuevoestatus social, se observa una forma tantofísica como simbólica <strong>de</strong> habitar los espaciosliminales por parte <strong>de</strong> las personas afectadaspor un trastorno mental grave. Piénsese quela reclusión <strong>de</strong> los enfermos mentales en loslímites, en los lugares <strong>de</strong> paso, en las plazasy mercados, en esos territorios que Augé(1993) ha <strong>de</strong>finido como no-lugares, constituyeuna escena recurrente en diferentes contextoshistóricos y culturales. Imágenescomo la stultifera navis o nave <strong>de</strong> los locos,con su capacidad evocativa <strong>de</strong>l movimiento yla incertidumbre, la práctica medieval y <strong>de</strong>lpre-renacimiento <strong>de</strong> confinar a los locos enlas puertas <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s o el fenómenomás contemporáneo <strong>de</strong> migración constante<strong>de</strong> los afectados hacia los espacios <strong>de</strong> tránsitoy anonimato como las estaciones <strong>de</strong> autobuseso el centro <strong>de</strong> las ciuda<strong>de</strong>s son ejemplosque hacen que nos interroguemos sobrecuál es la lógica que permite esta asociaciónentre locura, movimiento y espacio.Planteado con otras palabras ¿son los afectadoslos que por razón <strong>de</strong> su patología se venimpelidos a habitar estos lugares (<strong>de</strong>bido,por ejemplo, a su retraimiento social) o es lalógica social la que los confina en estos territoriosliminales que suponen un estar-sinestar,un perenne tránsito?En el universo imaginario <strong>de</strong> las culturaseuropeas hallamos posibles respuestas enuno y otro sentido. Un ejemplo paradigmático<strong>de</strong> la errancia como atributo consustanciala la locura es El Quijote, endon<strong>de</strong> el insensato se ve abocado a un movimientocontinuo, pues aquello que trata<strong>de</strong> alcanzar es tan cercano y a la vez tanlejano como la propia fantasía. En el otrolado <strong>de</strong>l espectro, el <strong>de</strong> la producción social<strong>de</strong>l movimiento y <strong>de</strong>l no-lugar, contamoscon diversos motivos, como la ya citadastultifera navis, la aplicación <strong>de</strong>l mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>exclusión <strong>de</strong> la lepra a los enfermos mentalesdurante la Edad Media o su reclusión enlos lugares <strong>de</strong> paso.A pesar <strong>de</strong> que Foucault en La historia <strong>de</strong>la locura (1985) afirma <strong>de</strong> forma vehementeque el encierro supuso una ruptura con losmo<strong>de</strong>los anteriores <strong>de</strong> control <strong>de</strong> la estulticia,como la nave <strong>de</strong> los locos o el confinamientoen las zonas <strong>de</strong> paso, lo cierto es que el manicomioguarda una relación <strong>de</strong> continuidadcon sus antecesores. Es sabido que el asiloinstaura un sistema se<strong>de</strong>ntario <strong>de</strong> reclusión y,en esta medida, parece distanciarse <strong>de</strong> lasotras lógicas <strong>de</strong> control <strong>de</strong> la enfermedadmental. Ahora bien, el manicomio tambiénpue<strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rse como una especie <strong>de</strong> stultiferanavis anclada en los confines <strong>de</strong> laciudad, como un espacio asocial e incluso encierta medida presocial, ya que sus objetivossiempre oscilaron (a veces <strong>de</strong> forma contradictoria)entre el confinamiento y la resocialización.El manicomio es un territorio en símismo liminal que, a<strong>de</strong>más, no resuelve elproblema <strong>de</strong> la errancia <strong>de</strong> los internos. Quienhaya estado alguna vez en un manicomiohabrá observado la evi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> este fenómeno.Los reclusos <strong>de</strong>ambulan por la instituciónsin rumbo fijo, suben y bajan las mismas escalerasveinte o treinta veces al día, van <strong>de</strong> lahabitación al comedor, y <strong>de</strong>l comedor a lasala, y <strong>de</strong> la sala al patio, y <strong>de</strong>l patio al comedor,y <strong>de</strong>l comedor a la habitación. Cuandopasean por el patio caminan <strong>de</strong> un muro a otro<strong>de</strong>l recinto, cinco veces, diez veces, veinteveces. Si no pue<strong>de</strong>n moverse físicamentesuplen esta falta evadiéndose psicológicamente.Más allá <strong>de</strong> las posibles razones psicobiológicas<strong>de</strong> estos comportamientos <strong>de</strong>errancia y fuga, es como si su movimientofísico y su evasión mental representasen labúsqueda <strong>de</strong> un espacio social que les ha sidonegado mediante la reclusión y el estigma.Quizá por ello Greta fantasea con una situación<strong>de</strong> alta que no es otra cosa que la recuperación<strong>de</strong> su i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> esposa y <strong>de</strong> sujeto

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