08.12.2012 Views

Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)

Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)

Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong> (<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>)<br />

Los niños estaban jugando a la rayuela delante de la puerta de su casa, debió pedir permiso<br />

para entrar. Desde el baño los escuchaba, mezclados con el ruido de la ducha, y a lo lejos el mar. El<br />

mar, entre todos los ruidos era como <strong>un</strong> recuerdo.<br />

El agua recorriendo su cuerpo era reconfortante y por <strong>un</strong> momento se sintió feliz, mientras el<br />

vapor empañaba el espejo. El vapor, en cataratas de espuma, bailaba sobre su piel. Metió la cabeza<br />

debajo de la ducha y cerró los ojos; sintió <strong>un</strong> extraordinario placer, como estar protegido entre<br />

aquellas cálidas paredes de agua. Y el vapor conf<strong>un</strong>día la forma de las cosas.<br />

Al secarse sintió la mágica frescura, la inigualada frescura de recién bañado. Luego escribió<br />

<strong>un</strong>a frase en el espejo: el amor tiene rostro de fantasma y pies de aguja de reloj. Observó como la<br />

frase se borraba lentamente, como las huellas de Gabriela se borraban en la arena. ¡Oh si pudieran<br />

borrarse del mismo modo los recuerdos! Los recuerdos nos ponen cadenas. Y Juan estaba<br />

condenado. En la cárcel del ayer se había quedado su corazón. ¡OH si pudiera liberarse! Si pudiera no<br />

depender de aquella carta...<br />

¡Qué ganas de ser niño!, salir a la puerta y jugar a la rayuela. Cada cuadradito es <strong>un</strong> destino, y<br />

en <strong>un</strong>o nos quedamos... sin animarnos a saltar. Y muchas veces en la rayuela de la vida nos<br />

declaramos derrotados. Quiso echar a los niños, “¡qué busquen su destino en otra parte!”, gritó con<br />

alienado ímpetu.<br />

Le dolió la garganta después de gritar, se quedó conf<strong>un</strong>dido después de gritar; al contraste los<br />

gritos de los niños parecieron silencio. Y en <strong>un</strong> nuevo contraste, al instante, los gritos de los niños<br />

cesaron y se escuchó tan sólo el mar. El ruido, proveniente de la habitación, había comenzado. Vio, al<br />

llegar, sólo <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong>. Miró el cielo desde la ventana de su habitación. Luego se vistió. La ropa le<br />

molestaba sobre la piel; se desvistió nuevamente. Miró su cuerpo. Pegó puñetazos contra la pared.<br />

Volvió a vestirse. Se vendó las manos, que sangraban. Tuvo miedo. Quiso llamar a sus padres como<br />

cuando era niño. Se desesperó. Quiso que sonara el teléfono.<br />

El ruido, proveniente de la cocina, había comenzado. Vio, al llegar, sólo <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong>.<br />

Sacó <strong>un</strong>a botella de agua de la heladera, volcó el contenido sobre su cabeza. Algo le golpeó la<br />

espalda; era la cosa redonda. La llevó a su lugar.<br />

El ruido, proveniente del baño, había comenzado. Vio, al llegar, sólo <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong>. Corrió del<br />

baño a la habitación. Miró el mar por la ventana. Se recostó sobre la cama. Saltó. Se puso de pie. Se<br />

EDICIONES BATTAGLIA 1 20

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!