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Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)

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<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong> (<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>)<br />

Sonó el teléfono, era su padre. Tenía <strong>un</strong>a voz oscura y fría. Le preg<strong>un</strong>tó por la librería y él tuvo<br />

que decirle que la había vendido. Su padre se lo reprochó. No quiso discutir con él, cortó. Luego alzó<br />

el tubo y escuchó el tono, <strong>un</strong> rato. Esperó que sonara nuevamente pero no. Se sintió <strong>un</strong> asesino: por<br />

cortar, por desangrar. Ya no volvería a escuchar aquella voz que amó.<br />

Miró el reloj, era la <strong>un</strong>a. Escuchaba en el mar del silencio nocturno el otro mar, y ambos eran<br />

como las lágrimas. Tembló. Era el borde del misterio, el abismo de la verdad y la mentira, el otro<br />

círculo. Radios inútiles, mudos fantasmas pendulares, cadavéricas gotas de <strong>un</strong>a lluvia iniciada (como<br />

el olvido); y se deshojarían todas las flores, como mil libros de Argidectura. Todos los ap<strong>un</strong>tes habían<br />

fallado su objetivo, a p<strong>un</strong>to de distancia.<br />

Una noche cualquiera no sabría si aún estaba vivo. De pronto se borraron todos los recuerdos,<br />

ya no sabía quién era. Miró por la ventana la ciudad adormecida ¿Quiénes fueron sus padres, sus<br />

maestros, sus amigos? No lo sabía. Estaba solo, en <strong>un</strong> lugar desconocido ¿Quién estaba solo? El<br />

papel, el papel blanco y liso ¿y vos? ¿Estás solo? ¿Estás sola? ¿De qué sirve que Juan siga<br />

escribiendo, que <strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong> siga escribiendo, si los lectores están solos y las tristezas<br />

siempre vienen todas j<strong>un</strong>tas?<br />

<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>, mi inventor. El me inventó y después no supo qué hacer conmigo (con<br />

él) y acá estamos (estoy) ¿Estás ahí, del otro lado de la soledad? ¿Vale la pena que sigamos<br />

hablando de Juan, ahora que sabemos que no existe, que es <strong>un</strong> invento mío (tuyo)? Todos tuvimos<br />

alg<strong>un</strong>a vez <strong>un</strong> personaje parecido.<br />

Un ruido, proveniente del living, había comenzado. Y eso que ya le dije a mis personajes que<br />

se quedaran quietos. Y eso que ya le dije a <strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>... ¡pero no, si soy yo! ¿Soy yo?<br />

¿Quién es "yo"? Estoy leyendo y soy yo, y este escritor no me convence. Pero si no me tiene que<br />

convencer de nada... ¿o sí? Y ya debés estar pensando, Juan, que ocupé tu lugar. Porque tuve el<br />

atrevimiento de meterme en la novela. Pero al fin de cuentas vos no sabés quién sos y yo sí. Pero vos<br />

te olvidaste (¿antes te decía tú?) y me siento muy cansado.<br />

Juan se recostó en <strong>un</strong> sillón (¿o ya estaba en <strong>un</strong> sillón?). Bueno, si no estaba se recostó y si<br />

estaba no se recostó pero igual está recostado. Así que ahora lo tenemos a Juan recostado en <strong>un</strong><br />

sillón.<br />

EDICIONES BATTAGLIA 1 74

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