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Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)

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<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong> (<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>)<br />

cuerpo destrozado sobre la vereda fría. Y era el otoño. En torno de ella los pedazos de su ropa negra,<br />

le daban el espanto. Juan no la vio, <strong>un</strong> tío se ocupó de todo. Y el pequeño Juan fue a vivir con ese tío;<br />

era el tío Félix, <strong>un</strong> hermano de su madre. Llegaría a conocerlo mucho y sentir por él <strong>un</strong> cariño inefable.<br />

Al día siguiente murió su tío... <strong>un</strong> síncope. Y ella lo amaba, estaba seguro.<br />

El pequeño Juan fue a vivir con sus abuelos, los padres de su madre. Ellos estaban cargados<br />

de odio y de tristeza; querían la muerte del criminal, querían agarrarlo con las manos y matarlo como a<br />

<strong>un</strong> perro rabioso. No podían detener sus alusiones, ni aún enfrente de Juan. El pequeño se acordaba<br />

de su madre, que era tan etérea y tan hermosa... Ellos no podían ocuparse de él, porque él era la vida<br />

y ellos estaban con la muerte. Y al día siguiente murió su abuelo, y él estaba con su abuela y debía<br />

cuidarla. Y ella lo amaba, estaba seguro. Este viernes lluvioso se acordaba de su abuela, esa anciana<br />

bajita de huesos chicos que lloraba la muerte de su esposo. Y Juan se acordaba también de él, aquel<br />

pequeño Juan que ya no sería, con los ojos llenos de lágrimas ahora y entonces; y Juan, el Juan<br />

adulto, sentía envidia del pequeño Juan con tanta vida por delante. A la hora de la recapitulación, de<br />

rendir cuentas de lo que hicimos con nuestra vida, él ¿Qué podría decir? Si había pasado los años y<br />

los días viendo pasar los años y los días ¿Qué podía decir? Y ella lo amaba, estaba seguro.<br />

Y al día siguiente murió su abuela, esa anciana bajita de huesos chicos. En el pequeño cajón,<br />

daba <strong>un</strong>a pena tan grande.... tan grande.... Y Juan lloraba, como <strong>un</strong> traidor; estaba solo, como <strong>un</strong><br />

traidor; aislado de la gente, como <strong>un</strong> traidor. Quién le tendería su mano, si todos morían los que<br />

querían ampararlo. El se sentía culpable, sentíase portador de la muerte, y quería morir. En el<br />

orfelinato, finalmente, Juan encontró su hogar. Y ella lo amaba, estaba seguro.<br />

Abrió los ojos. Miró por la ventana. Afuera llovía. Un relámpago, luego <strong>un</strong> trueno. Se secaba las<br />

lágrimas con <strong>un</strong> pañuelo. Cuando iba a guardar el pañuelo vio que estaba lleno de sangre. Se puso de<br />

pie. Caminó hasta el baño. Encendió la luz. Se miró en el espejo; tenía el rostro lleno de sangre. iQué<br />

era esto ahora, qué otra cosa más debía soportar! Comenzó a limpiarse y vio que no era sangre. Y<br />

ella lo amaba, estaba seguro.<br />

Pero ¿Qué era ese líquido rojo que no reconocía? Se limpió con la toalla. Cuando acabó de<br />

limpiarse llevaba la toalla para lavar pero al mirarla notó que estaba totalmente limpia ¡No, no podía<br />

ser! Rápidamente buscó el pañuelo, y el pañuelo también estaba totalmente limpio. Volvió al sillón del<br />

living, se sentó. Luego se acostó en el suelo para dormir allí. Y ella lo amaba, estaba seguro.<br />

EDICIONES BATTAGLIA 1 54

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