Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)
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<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong> (<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>)<br />
balcón se hacía más y más intenso, como si múltiples bandadas de migratorio pájaros se derrumbaran<br />
y cayeran a tierra... <strong>un</strong>a, después otra, y otra, y otra, y otra -más.<br />
Juan estaba decidido, no haría caso de aquel ruido, no se movería de allí, no permitiría, ya no<br />
permitiría que esos <strong>escarabajo</strong>s se apoderaran de su vida. Recordó a su hermana, Jacinta, siempre<br />
pendiente del silbato de aquel tren que n<strong>un</strong>ca llegaría, siempre a la espera de <strong>un</strong> milagro, siempre<br />
sola, siempre a la espera de <strong>un</strong> milagro que le cambiara la sangre; se arrodillaba, por las noches,<br />
sobre la dura, sobre la fría, sobre la amarga baldosa, al borde de su cama, mientras el silencio ya<br />
dominaba toda la habitación, y rezaba, rezaba durante varios minutos. Después Juan debía irse y ella<br />
se desvestía, Juan la había espiado alg<strong>un</strong>as veces, se desvestía lentamente y acariciaba su cuerpo<br />
frente al espejo.<br />
Ahora, ya muy tarde, ya muy lejos, Juan había comprendido lo que su hermana, su pobre<br />
hermana, pedía en sus rezos nocturnos.<br />
El ruido en el balcón era ya más intenso, era como <strong>un</strong>a violenta obligación de concurrir, de<br />
cumplir con el rito; pero no, ya no, ya no haría caso. Se quedó en el living, convencidamente quieto.<br />
No lo moverían de allí, ya no, ya n<strong>un</strong>ca más. Recordó que <strong>un</strong>a noche, <strong>un</strong>a fría noche de invierno, su<br />
madre cortaba cebollas en la cocina, y Jacinta cantaba, acompañándose con el arpa, y su padre leía;<br />
él era muy pequeño, y estaba aburrido, y entonces cobró coraje y se acercó a su hermana (ella no<br />
quería que la interrumpieran) y le pidió que le enseñara a tocar ese instrumento que él veía con tantas<br />
cuerdas y ese sonido tan bello. Esa fue la primera clase... y la última. Por la mañana Jacinta ya no<br />
vivía más en esa casa, en la casa de sus padres, en su casa, se había escapado, y todos estaban<br />
serios, y nadie quiso explicarle adónde habla ido su hermana. Más tarde, muchos meses más tarde,<br />
cuando Jacinta regresó, eran sus padres los que ya no estaban y-su hermano Miguel debió hablar con<br />
Jacinta, debió tener mucho cuidado con las palabras.<br />
El ruido, en el balcón, era aún más intenso. Algo lo llamaba, lo obligaba a ir. Se puso de pie,<br />
como quien teme <strong>un</strong>a catástrofe, y caminó despacio. En el balcón nada halló, sólo <strong>un</strong> pequeño<br />
<strong>escarabajo</strong>; cesó el ruido de repente, y él, y aquel insecto, estaban j<strong>un</strong>tos, y estaban solos en <strong>un</strong><br />
balcón vacío.<br />
-Permiso.<br />
-¿Qué quiere?<br />
EDICIONES BATTAGLIA 1 92