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Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)

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<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong> (<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>)<br />

Miraba alrededor sin entender. Se tapó los oídos y los ojos (a esta altura te debe parecer<br />

envidiable). Yo no sé por qué te tuteo. Son las nueve de la noche, el edificio está en silencio, hace <strong>un</strong><br />

poco de frío, yo escribo. Por <strong>un</strong> momento me detengo, escucho la ciudad. Tengo miedo. No sé quién<br />

soy, no entiendo qué es esa cosa redonda que hay arriba de la mesa ni sé por qué tengo este libro en<br />

las manos. Recuerdo que en mi vida anterior era <strong>un</strong> escritor, ahora creo que soy <strong>un</strong> odontólogo o tal<br />

vez <strong>un</strong> arquitecto (porque hay reglas). En la tapa del libro que tengo en las manos dice "<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong><br />

<strong>escarabajo</strong>", ya leí hasta el capítulo XVIII y no podría decir cuál es la trama o por lo menos qué trama<br />

el autor. Pero el autor soy yo, y eso es lo más grave (estar supeditado).<br />

¿Vivo aún, querido lector, o ya me he muerto? Casi caigo en la trampa: yo no me puedo morir<br />

porque no existo. Solamente la novela puede (y debe) morir. Cuando se muera la novela no te pongas<br />

triste, en realidad ya estaba muerta desde antes que la leyeras. Ya está muerta porque ya vivió. Sabés<br />

dónde viven las novelas: en el cerebro de los escritores (como toda la literatura) y cuando pasan al<br />

papel se inicia <strong>un</strong> espejismo. Pensar que las novelas tienen <strong>un</strong> autor y pueden ser leídas es <strong>un</strong>a de las<br />

grandes e inconmovibles falacias en las que se alimentan las esperanzas de la humanidad, ese clan<br />

de fantasmas iQué somos sino fantasmas de los sueños!<br />

Él, Juan, caminaba lentamente por la casa; tratando de recordar algún capítulo de su vida. El<br />

instinto de conocimiento se parece al deseo de inmortalidad.<br />

Acabo de descubrir que me pasé del espacio permitido, pido disculpas humildemente, a los<br />

personajes y a los lectores, por este error en que incurrí y me comprometo a hacer todo lo posible<br />

para que semejante falta no se repita. Finalmente, ruego que tengan en cuenta (si bien soy consciente<br />

de que esto no me disculpa) la euforia de los dieciocho y también, por otra parte, no deben dejar de<br />

considerar que, si bien el título de este capítulo es soledad, lo cual no creo errado, porque considero<br />

que el tema es la soledad, hay <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do tema que es, precisamente, la amnesia, y esto explica y<br />

aclara (si bien no justifica) que haya olvidado terminar donde debía. Sé que los personajes se cansan<br />

con capítulos largos, y los lectores también, pero (repito) no fue mi intención prolongar el presente<br />

más allá de lo habitual. El presente capítulo, por supuesto (¿o no?)<br />

EDICIONES BATTAGLIA 1 75

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