Sólo un escarabajo (Luis Alberto Battaglia)
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<strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> <strong>escarabajo</strong> (<strong>Luis</strong> <strong>Alberto</strong> <strong>Battaglia</strong>)<br />
La puerta retumbó con <strong>un</strong> quejido de molinito de juguete. Las paredes, al encender las luces,<br />
aparecieron en su extensión única. Las ventanas hablaron del viento y de la lluvia que recomenzaba.<br />
Parado, entre cosas sin vida, se sintió <strong>un</strong>a sombrilla clavada en <strong>un</strong>a playa de <strong>un</strong> planeta muerto y<br />
desconocido. Algo moría, lo supo con el parpadeo rápido de <strong>un</strong>a bombita y con el parpadeo rápido de<br />
su corazón. Le dolió <strong>un</strong> vacío cósmico, <strong>un</strong>a angustia de cantos rodados.<br />
Caminando por el living, y luego las habitaciones, sintió que su casa era demasiado grande, y<br />
que su vida era demasiado chica. Tomó <strong>un</strong>a foto entre sus manos y se quedó mirándola. ¿Por qué te<br />
fuiste tan lejos?, dijo finalmente y guardó la foto. Los trenes de la ansiedad tocaron sus silbatos, las<br />
estaciones se conf<strong>un</strong>dieron en <strong>un</strong> delirio de espacios y tiempos, las horas indicaron sus presencias de<br />
campanadas de reloj y el hambre sugirió la cena.<br />
Una expedición a la heladera, y cuando había elegido los alimentos se dispuso a darles forma<br />
conveniente. Fósforos, que n<strong>un</strong>ca están. Pero se detuvo con ojos asustados, porque <strong>un</strong> enorme ruido<br />
proveniente de la habitación había comenzado. Se dirigió hacia allá. Al llegar no vio cosa fuera de lo<br />
común. <strong>Sólo</strong> <strong>un</strong> pequeño <strong>escarabajo</strong> que se metió debajo de la cama.<br />
Inútil intentar describir su estado de ánimo. Sin embargo, como si nada hubiera ocurrido,<br />
encendió el horno y preparose la cena. Mientras comía lo invadió <strong>un</strong> recuerdo. Él era <strong>un</strong> niño y<br />
caminaba por el jardín...<br />
Tragó <strong>un</strong> bocado demasiado grande y le dolió la garganta. En el estómago la comida producía<br />
<strong>un</strong>a satisfacción desconocida. Pero a tanto dolor y tanta pena, ¿Dónde encontrar remedio? ¿Dónde<br />
<strong>un</strong>a tabla salvadora o <strong>un</strong>os labios que sonrían? ¿Dónde <strong>un</strong>os ojos que nos miren? Y Juan comía, con<br />
su peso de siglos Juan comía ¿Cómo puede caber en <strong>un</strong> joven tanta melancolía? Y Juan comía, con<br />
su carga de sombra Juan comía.<br />
El plato y los cubiertos en la mesa, Juan en algún rincón. Aparece detrás de <strong>un</strong>a cortina. Juan<br />
cuenta las estrellas. En el mayo de los locos las palabras sobran. Pero él no quiere enloquecer. Toma<br />
<strong>un</strong> papel y escribe. Se distrae el escritor y pierde la primera parte de la carta de Juan, vuelve de su<br />
distracción y copia: “...te recuerdo desde aquella tarde. Porque siempre te quiero. Regresa”. El escritor<br />
vuelve a distraerse. Juan termina la carta “...tengo abiertas las puertas, no las cierres. Siempre te amo.<br />
Juan”<br />
EDICIONES BATTAGLIA 1 5