Misterio en el Caribe-Agatha Christie
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
— ¡Creo que eso me costaría bastante trabajo!<br />
— Sí que le costaría trabajo — dijo miss Marple— . Pero luego, la<br />
satisfacción por lo conseguido, le comp<strong>en</strong>saría los esfuerzos<br />
realizados.<br />
Mister Rafi<strong>el</strong> fijó la mirada <strong>en</strong> miss Marple largo rato y después,<br />
inesperadam<strong>en</strong>te, se echó a reír.<br />
— ¡Usted es una mujer que ti<strong>en</strong>e algo detrás de la fr<strong>en</strong>te, sí, señor!<br />
No me recuerda <strong>en</strong> nada a las viejas damas de su porte, miss<br />
Marple. Por consigui<strong>en</strong>te, me cree usted un asesino, ¿no?<br />
— No. No creo que sea usted un asesino.<br />
— Y..., ¿por qué?<br />
— Pues porque es usted un hombre int<strong>el</strong>ig<strong>en</strong>te. Utilizando su<br />
cerebro ha podido conseguir más cosas que si hubiera recurrido al<br />
crim<strong>en</strong>. El crim<strong>en</strong> es siempre una estupidez.<br />
— Además, ¿a quién diablos iba yo a querer asesinar?<br />
— He ahí una pregunta muy interesante -señaló miss Marple-.<br />
Necesitaría hablar con usted mucho más tiempo d<strong>el</strong> que llevo<br />
hablando para poder <strong>el</strong>aborar una teoría r<strong>el</strong>acionada con ese tema.<br />
Es decir, no le conozco a usted todavía lo sufici<strong>en</strong>te para eso.<br />
La sonrisa de mister Rafi<strong>el</strong> se ac<strong>en</strong>tuó.<br />
— Conversar con usted puede ser algo p<strong>el</strong>igroso -declaró.<br />
— Las conversaciones son siempre p<strong>el</strong>igrosas... cuando se int<strong>en</strong>ta<br />
ocultar esto o aqu<strong>el</strong>lo -repuso s<strong>en</strong>cillam<strong>en</strong>te miss Marple.<br />
— Quizá t<strong>en</strong>ga usted razón. Continuemos con Jackson. ¿Qué opina<br />
de Jackson?<br />
— Me es muy difícil responder a su pregunta. No he cruzado nunca<br />
una palabra con ese hombre.<br />
— Por lo tanto, no puede usted facilitarme ninguna impresión sobre<br />
él...<br />
— Le diré que me recuerda <strong>en</strong> cierto modo -contestó miss Marple,<br />
tras haber reflexionado unos segundos— a un jov<strong>en</strong> que trabajaba<br />
<strong>en</strong> una oficina d<strong>el</strong> Ayuntami<strong>en</strong>to situado <strong>en</strong> las proximidades de mi<br />
casa. El jov<strong>en</strong> <strong>en</strong> cuestión se llama Jonas Parry.<br />
— ¿Y qué tal era?<br />
— Era ése un muchacho que dejaba que desear.<br />
— A Jackson le pasa lo mismo. Claro, que a mí me va r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />
bi<strong>en</strong> con él. En su trabajo se des<strong>en</strong>vu<strong>el</strong>ve como <strong>el</strong> mejor y no le<br />
importa que le chille. Se sabe pagado espléndidam<strong>en</strong>te y está<br />
dispuesto a aceptar lo que v<strong>en</strong>ga. Nunca le hubiera dado un cargo<br />
de confianza, pero, al fin, esto es distinto. Probablem<strong>en</strong>te, su<br />
pasado es limpio, aunque también puede ocurrir que no sea así.<br />
Las refer<strong>en</strong>cias que aportó al <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> mi casa eran correctas. Sin<br />
embargo, a mí me pareció descubrir tras <strong>el</strong>las una nota como de