Misterio en el Caribe-Agatha Christie
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalizado por Kamparina para Biblioteca-irc <strong>en</strong> Agosto de 2.003<br />
anciana miss Marple? Bu<strong>en</strong>o, aqu<strong>el</strong>lo no era cosa suya. Las<br />
autoridades de la localidad no habían formulado ningún reparo. Allí<br />
estaba <strong>el</strong> frasco de las tabletas de «Ser<strong>en</strong>ite»... Y por otro lado<br />
parecía ser que <strong>el</strong> fallecido había estado hablando a todo <strong>el</strong> mundo<br />
de su hipert<strong>en</strong>sión...<br />
El doctor Graham dio otra vu<strong>el</strong>ta <strong>en</strong> la cama, no tardando esta vez<br />
<strong>en</strong> quedarse dormido.<br />
Fuera de la zona de terr<strong>en</strong>o pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>te al hot<strong>el</strong>, <strong>en</strong> una cabaña<br />
que formaba parte de un grupo, instalada <strong>en</strong> las proximidades de un<br />
barranco, Victoria Johnson, acostada <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los mom<strong>en</strong>tos, dio<br />
una vu<strong>el</strong>ta <strong>en</strong> su cama, terminando por s<strong>en</strong>tarse <strong>en</strong> la misma.<br />
Victoria, de St. Honoré, era una hermosa criatura, con un busto que<br />
parecía haber sido tallado <strong>en</strong> mármol negro por un g<strong>en</strong>ial escultor.<br />
La muchacha se pasó los dedos por sus oscuros cab<strong>el</strong>los, muy<br />
rizados. Con la punta d<strong>el</strong> pie tocó a su acompañante, que aún<br />
dormía, <strong>en</strong> la pierna más próxima a <strong>el</strong>la.<br />
— Despiértate, hombre.<br />
Éste emitió un gruñido, volviéndose adormilado hacia <strong>el</strong>la.<br />
— ¿Qué quieres? No es hora de levantarse todavía.<br />
— Despiértate de una vez, te he dicho. Quiero hablar contigo. El<br />
hombre se s<strong>en</strong>tó, estirándose perezosam<strong>en</strong>te. Luego bostezó.<br />
T<strong>en</strong>ía una boca grande. Sus di<strong>en</strong>tes eran muy b<strong>el</strong>los.<br />
— ¿Qué es lo que te preocupa, mujer?<br />
— Me estoy acordando d<strong>el</strong> comandante, ese huésped d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong> que<br />
falleció. Hay algo que no me gusta, algo malo...<br />
— ¿Y es eso lo que te ti<strong>en</strong>e desv<strong>el</strong>ada? Pi<strong>en</strong>sa que era un individuo<br />
bastante viejo ya.<br />
— Escúchame, ¿quieres? Me he acordado de las tabletas. El<br />
médico me preguntó por <strong>el</strong>las.<br />
— Bu<strong>en</strong>o, ¿y qué? Seguram<strong>en</strong>te tragaría una cantidad excesiva.<br />
— No, no es eso. Escucha...<br />
Victoria se inclinó hacia su acompañante, hablándole al oído<br />
vehem<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te por espacio de unos segundos. Aquél bostezó de<br />
nuevo y acurrucándose <strong>en</strong> <strong>el</strong> lecho se dispuso a conciliar <strong>el</strong> sueño.<br />
— Eso no ti<strong>en</strong>e nada de particular.<br />
— Sin embargo, esta misma mañana hablaré con la señora K<strong>en</strong>dal.<br />
En ese asunto hay algo extraño...<br />
— Esas cosas debieran t<strong>en</strong>erte sin cuidado, Victoria —<br />
murmuró <strong>el</strong> hombre a qui<strong>en</strong> la jov<strong>en</strong> consideraba su esposo, pese a<br />
no haberse sometido a ningún trámite legal— . No nos busquemos<br />
complicaciones — añadió él, dando vu<strong>el</strong>ta con un nuevo bostezo.